Apesta a política

Parece que la política perdió el partido ante la ciudadanía y no porque sean rivales, precisamente, sino porque la sociedad pone en su lista de necesidades vitales otras cosas: empleo, seguridad, educación, salud y, sobre todo, dignidad. Lo que sucede en la Asamblea, el Ejecutivo, los partidos y las demás funciones del Estado entretienen y abruman, a la vez y contradictoriamente, pero ya no quitan el sueño porque la política es una pesadilla cuasi permanente que nos mantiene despiertos. Hay tanta bulla, escándalo y grosería que, poco a poco, vamos perdiendo el asombro.

Desde siempre nuestra democracia ha atravesado severos daños de forma y fondo, pero se la invoca como Aladino a la lámpara mágica. Esto no quiere decir que podemos vivir por fuera de la política, pero sí es un llamado de atención a quienes la ejercen en sus distintas maneras para que asuman una actitud de transformación severa, intensa, sin tregua. No hablo de rescatar la política, en tanto las prácticas son más exacerbadas. ¡Qué necesario es un giro ético de la política! El primer paso es involucrándonos más en el debate público, aunque apeste y su olor nos repela; si no lo hacemos, los mismos de siempre seguirán abonando la desgracia.

Hay diversas maneras de orientar la política de otra manera y no, únicamente, siendo candidato, militante, financista, directivo de un partido. En primer lugar, activando mecanismos de ciudadanía informada para que nadie nos venda gato por liebre. En segundo lugar, conversar de política, aunque nos deprima, pues, si no lo hacemos, dejamos que esta se monopolice en pocos y no, precisamente, en los mejores. En tercer lugar, trabajar en ciudadanía; es decir, no solo exigir derechos, sino y sobre todo, asumir nuestros deberes con el país. Empecemos.

Ecuador necesita un gran acuerdo de dignidad y autoestima. No podemos seguir reiterando la misma historia y quejarnos como siempre. Superemos la telenovela. Destapar la cañería implica aguantar el hedor, sacar lo putrefacto, limpiar y conservar. Aunque la política, por ahora, apeste, por algo debemos iniciar y desde el lugar que cada cual ocupa.