Ante una encrucijada

Alejandro Querejeta Barceló

¿Por quién votar? ¿Cuál de los candidatos, de ser elegido, llenará nuestras expectativas? Si hay algo que nos desborda, de cara a las elecciones de febrero, es la incertidumbre.

Se han instalado gloriosos bravucones, cuya bravuconería les vacuna contra objeciones o preguntas incómodas. Las suyas son ‘teorías acrisoladas’ y en su defensa echan mano a insultos, sarcasmos atroces, y calumnias maniqueas. Ese es su escudo protector contra cualquier tipo de insinuación sobre el mal manejo de los recursos públicos.

Lo más notable en nuestra tradición histórica es el populismo. Los populistas nos tratan de convencer de que solo ellos tienen las fórmulas para dar bienestar a todos. Nadie sino ellos son capaces de asumir la dura y agobiante tarea de transformar la realidad. Todos nos prometen un futuro grande, luminoso y placentero.

Incomodan esos machos y hembras alfa que prenden las alarmas cuando en ‘su manada obediente’ emergen dudas, desacuerdos y rechazos a su manera de hacer política y encubrir la corrupción. Les aterroriza el hecho de que ya no tienen la capacidad de antes para manipular la realidad, imponer el silencio y la obediencia.

En la carrera por el poder unos dicen avanzar por la derecha, otros por la izquierda, pero ninguno de los corredores nos ofrece un proyecto político que todos podamos compartir. El que triunfe, sea quien sea, va a tener otra vez un escenario minado en el cual desenvolverse. Volverán las mayorías “legitimadoras” y las minorías resistentes y acosadas, como hasta ahora

Más temprano que tarde los hechos terminarán por aparecer y hablar fuerte. ‘En el nombre del pueblo’ actúan, pero cabe preguntarse si entienden que la Constitución nos identifica como una sociedad diversa, pluricultural y con disímiles maneras de entender la economía grupal o familiar, la manera de sostener su identidad y asumir la realidad cotidiana.

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