Formación dual

Ana Changuín Vélez

Ecuador ha adoptado la formación dual, una modalidad educativa innovadora que se introdujo inicialmente en áreas de salud por institutos técnicos y tecnológicos, generando un impacto significativo en la educación superior. Actualmente, 8.000 estudiantes de institutos superiores públicos se benefician de este sistema, cuyas raíces históricas se remontan a la Edad Media, donde la enseñanza de artes y oficios se basaba en la práctica continua con maestros artesanos.

La esencia del modelo dual radica en la colaboración entre instituciones de educación superior y empresas, donde los estudiantes participan en entornos laborales reales, abarcando hasta el 70% del programa. Los estudiantes no solo adquieren conocimientos teóricos, sino también habilidades prácticas y valores, en sintonía con lo propuesto por la Unesco en su informe Delors, que establece los pilares fundamentales de la educación para el siglo XXI.

La formación dual ofrece ventajas tangibles. Para las empresas, formar futuros empleados alineados con su cultura y procesos específicos, con ahorros en costos de contratación y un aumento de la productividad. Por su parte, los estudiantes se benefician al acceder a más oportunidades laborales con experiencia práctica relevante, lo que favorece su estabilidad laboral. Las universidades y los institutos también se ven beneficiados al ampliar su oferta, fortalecer su vínculo con el sector productivo y actualizar a sus docentes.

A pesar de que la formación dual está en marcha en Ecuador, y funciona a través de diversos convenios con instituciones públicas y privadas, su potencial para mejorar la empleabilidad de los jóvenes y satisfacer las necesidades del mercado laboral es innegable. Sin embargo, a diferencia de otros países donde esta modalidad ha avanzado significativamente, en Ecuador aún no se ha promulgado una ley especializada y son pocos los incentivos.

A nivel internacional, el sistema de educación dual surgió formalmente en Alemania después de la aprobación de la Ley de Formación Profesional de 1969. Además, sugiero considerar iniciativas como la Ley Orgánica de Ordenación e Integración de la Formación Profesional en España, Ley 3/2022. La experiencia española demuestra cómo una integración efectiva del sector empresarial, las comunidades autónomas, los ministerios, los actores sociales, las asociaciones y la ciudadanía puede generar una plataforma sólida de empleabilidad.

La formación técnica puede funcionar como motor para la creación de empleo digno y la mejora de la productividad en escenarios complejos. Un llamado a la acción a considerar programas pertinentes y con rápida inserción en el mercado laboral, y a la par satisfacer la necesidad de personal cualificado.