Pensando en voz alta

Alfonso Espín Mosquera

Desde el año 1979, en que regresamos al régimen de derecho, después de una década de dictaduras militares, nunca o por excepción habremos votado a gusto, con convicción y con total confianza por algún candidato. Tal vez, al inicio, por Jaime Roldós, el electorado se jugó con todo afán en favor de ese personaje y después, cuando apareció Correa, también y de manera especial, a la gente le regresó la esperanza, porque parecía que definitivamente se venía un sistema socialista que ponga equidad a tanto desenfreno e injusticia en el que nos habíamos movido desde inicios de la república; sin embargo, la defraudación fue tal que, a partir del 2007, en que llegó al poder Rafael Correa, la gente ha perdido la poca confianza que tenía en los políticos, sobre todo porque el correato, se robó no solamente los recursos estatales, sino los intangibles e imaginarios que nos habían acompañado, como ideales finales a todos los que crecimos y vivimos buscando la justicia social.

Hoy, nuevamente y gracias a la calamidad del gobierno de Lasso, que no tuvo ni la suspicacia, ni el valor de enviar a la casa por la misma vía de la muerte cruzada, pero al inicio de su mandato, a tanto ocioso asambleísta, cuando tenía respaldo popular y, se quedó cruzado de brazos, esperando casi ahogarse y con un aliento de espasmos finales, tuvo que echar mano de esta figura, para salvarse del peso de gobernar al país.

Ahora resulta que vamos a elegir para un año y medio, con todo el gasto económico que eso significa y el deterioro de las instituciones políticas, que se van quedando más huecas que nunca y la desconfianza de la gente que no encuentra arreglo a sus graves problemas diarios con estos avatares político – electorales y más bien se prepara para lo peor.

No se trata de pesimismo, sí de realidad y la más amarga en el caso de que la señora González triunfe y detrás de ella aparezca la figura de ese líder “revolucionario”, que tiene ganas de volver a como dé lugar y sobre todo, de hacerse eternamente del poder.

Lo que llama la atención también son las declaraciones de Gónzalez, sobre la situación venezolana, a la que se refiere como boyante frente a lo que pasa en el Ecuador, o la presencia de la señora Rivadeneira, la ex presidenta de la Asamblea Nacional, haciendo discursos comunistas y apologías en honor de revolución sandinista en Nicaragua, junto al dictador Ortega o, lo que es peor, la voz de Rafael Correa, despotricando desde México o Bélgica en contra de sus adversarios.

No entendemos por qué los prófugos del gobierno de la revolución ciudadana buscan al tan criticado imperio, bien para esconderse o para disfrutar de los dineros mal habidos. Para ser coherentes deberían aspirar una vida nueva en Venezuela, de donde  fugan millones de ciudadanos o trasladarse a Cuba, país del cual se van sus habitantes, haciéndose a la mar y desafiando a la vida, para llegar a USA.