Peligrosas conciencias colectivas

Alfonso Espín Mosquera

Los políticos se despepitan por alcanzar las dignidades para las que juegan, y detrás de ellos todos los que les acompañan se frotan las manos pensando en cómo se van a cuadrar cuando coronen con la victoria.

La suerte del país y las penurias de la gente les importa nada, cuanto sí acomodarse y acomodar a sus panas y familiares en algún cargo público que les permita enriquecerse a como dé lugar y, entonces, devengar los gastos realizados en la campaña.

Nadie trabaja gratis, nadie pone sus vehículos, dinero, tiempo y más, detrás de un candidato, sino con la firme esperanza de cobrar con creces cualquier inversión realizada y, lo peor es que estos ‘inversores’, en ocasiones, le apuntan a dos o más políticos, por si acaso y así asegurarse la ganancia.

Se dan casos de matrimonios amigos que se distribuyen en las diferentes tiendas políticas y trabajan a brazo partido en las respectivas campañas y así gane quien gane, toda la jorga se ubican en algún cargo, haciendo de estas formas, una manera de vivir.

La lucha política entonces está en todas las esferas, empezando desde los presidenciables hasta las bases que, con los malos ejemplos de tantos políticos mentirosos y acostumbrados a la corrupción, se vinculan a estos infamantes comportamientos que son vistos como normales, en una sociedad que cada vez es más hueca de pensamiento y carente de valores.

Ahora hablar de violencia tiene una nefasta normalidad. La vida criminal ha llegado a todas las esferas sociales, pues todos hemos sido víctimas de alguna forma de agresión, bien en contra de nuestra propiedad y aun de la integridad física.

No es fácil el tiempo en que vivimos. A diario se  escucha de crímenes, de sicariatos, secuestros, extorsiones, vacunas, atentados, robos, sin contar con la corrupción de los políticos, y esta nueva forma de vivir está generando nuevas conciencias colectivas, totalmente permisivas, livianas, carentes de respeto a los demás y cargadas de un arribismo aberrante que no conoce límites.

Los candidatos dicen cualquier cosa, por ejemplo en días pasados la representante del correísmo, sostenía la ‘bonanza’ económica y social de la hermana Venezuela, soslayando así, una realidad de todos los días: la presencia menesterosa de miles de ciudadanos venezolanos en los buses, calles, plazas, todos mendigando centavos para sobrevivir.

El discurso de la ‘Patria Grande’, fue un hábil slogan, a nombre del cual se ha pretendido mantener vigente la idea de un socialismo fracasado en todo país, y que busca a cualquier costa tomarse la región, contándonos el ‘cuento’ de la redistribución de la riqueza, cuando quienes han predicado y gobernado en esa línea, han repartido sus respectivos países, inequitativamente: la mayor parte para ellos y sus allegados y las miserias convertidas en bonos para las inmensas mayorías necesitadas.

Ya mismo nos toca ir a las urnas y el tiempo va borrando sucesos que no deberíamos olvidar. Llegamos con un candidato asesinado y, desgraciadamente, ese crimen es parte de un olvido social, tal cual pasó con los sucesos de escándalo político, suben en intensidad, pero en poco tiempo se quedan postergados.

Ojalá el nuevo presidente tomaría en cuenta estas realidades y con la honestidad perdida en las nefastas telarañas de una mal llamada democracia, empezaría a desenredarse y a limpiar tanta podredumbre para volver a tener esperanza y oportunidades en este Ecuador devastado.