Más vale prevenir que remediar

Alfonso Espín Mosquera

La coherencia significa la actitud lógica y consecuente con los principios que se profesan, mucho más cuando se predican como fundamentales para la solución de los males de una nación. Este es el caso de las ideologías, pues cuando se cree y se ‘evangeliza’ con el socialismo, por ejemplo, hay que demostrar una vida coherente con los principios de esa doctrina política – económica, que busca la equidad, el igualitarismo y la extirpación de la propiedad privada sobre los medios de producción.

Resulta irrisorio, en las condiciones de pobreza y necesidad de millones de ecuatorianos, con una altísimo índice de violencia social y una crisis política, propiciada en alto grado por la misma Asamblea que hoy se ha reintegrado, mirar a los políticos y sobre todo a los que se dicen ‘socialistas’, miembros del partido llamado ‘revolucionario’, ‘socialista del siglo XXI’, bajarse de fastuosos vehículos de alta gama y enrumbarse a los interiores del palacio legislativo por una alfombra roja, a la usanza de los actores de Hollywood.

Nada más grotesco y ridículo, por toda la simbología de una alfombra roja: lujo, prestigio y opulencia. Nada más inconsecuente que eso, ganar elecciones y empezar a gozar de las mieles del poder y la fama, cuando los actores de la Asamblea saben bien que sus acciones han sido las más desatinadas e inoficiosas en favor del pueblo nacional.

A veces cabe preguntarnos si los 137 miembros, más sus respectivos equipos de asesores, secretarios y ayudantes, ciertamente significan un aporte para el país, más allá del egreso que le representan al presupuesto del Estado. Habrá que ver cuántos días de la semana laboran, porque a nombre de sus respectivas provincias podrían empezar todo el martes y concluir el jueves, haciendo una jornada laboral de tres días a la semana. Habrá que ver cuántas leyes de provecho para los ecuatorianos aprueban. No son mandatarios de sus líderes, lo son del electorado que, aunque sea a regañadientes y con desconfianza les puso ahí.

El pacto Noboa, revolución ciudadana y socialcristianismo ya tiene mayoría en la Asamblea, con la que han logrado que el correísmo se haga de la presidencia de las comisiones de Justicia y Fiscalización, cosa que no es del agrado de los millones de ecuatorianos que votaron por un proyecto distinto al que nos ha gobernado desde el 2007.

No es juzgable Noboa aún. Tal vez le asusta la tigrera que significa la vida política nacional, en la que no sirven de mucho las ideologías, cuanto las trincas e intereses particulares de los ‘dueños’ de los movimientos políticos, quienes han sido sindicados, viven prófugos y, en todos los casos, cuestionados por conductas indecorosas y antiéticas.

Noboa tendrá que no deslindarse de las ofertas que le llevaron a Carondelet y pensar primordialmente en el pueblo nacional y sus angustias diarias, más allá que en las sonrisas falsas y los comportamientos mentirosos de politiqueros con pasados dudosos en el quehacer político nacional, pues no sería extraño que mañana los ‘compadres’ se olviden los acuerdos y saquen las uñas y entonces, justificando irónicamente sus infamias a nombre del propio pueblo, se hagan los locos y empiecen a hacer y deshacer  lo que les convenga.

No sé si el pacto en el que se metió el nuevo presidente fue el más acertado, no sabemos, pero ya está y solamente el tiempo lo dirá, aunque no debe olvidar, el presidente, que debe transparentar todo para que el pueblo ecuatoriano, que es quien le debe importar en última instancia, le acompañe en todo momento.