¿Acuerdos políticos?

Alfonso Espín Mosquera

La palabra política se ha ganado, en los últimos tiempos, una descalificación bien lograda, gracias a la falta de Ética y a lo grotesco de las acciones de los que la ejercen; y en ningún otro sitio como en la Asamblea Nacional, la mediocridad y deshonestidad han reinado, al extremo que, desgraciadamente, el pueblo se ha acostumbrado a creer que es normal lo que se mira en esa dependencia del Estado.

Nos hemos convencido de que son naturales los llamados “cabildeos”, los pactos políticos para buscar gobernabilidad; esto es, para lograr una mayoría que le permita al ejecutivo gobernar, pues hay que convenir acuerdos con tiempo, para que no generen cortapisas, para que no estorben y permitan llevar a cabo las iniciativas del primer mandatario, de otra manera habrá que someterse a los caprichos y maldades de los politiqueros del Congreso, a quienes no les interesa el país, cuanto que el mandatario de turno fracase, y así preparar el terreno para preparar el retorno de Correa, por ejemplo.

Cabe preguntarnos, por qué tiene que ser así, si es de suponer que los 137 asambleístas llegan al Legislativo para entregar lo mejor  y para velar por los intereses del pueblo. Al parecer está por demás concretar bloques políticos, porque los intereses primarios de todos los movimientos políticos tendrían que ser los de la nación entera y no las “infames negociaciones” que piden cuotas o cabezas a cambio de no obstaculizar la labor del ejecutivo.

Si efectivamente Noboa pacta con los Social cristianos, con la Revolución Ciudadana o con cualquiera que acuerde, ¿qué condiciones se establecerán al respecto? ¿Será la impunidad para tanto procesado, empezando con el máximo líder de la RC 5, y entonces se reúnan los votos para la destitución de la Fiscal General?

Al país le interesa, después de esta negra etapa con Lasso a la cabeza, buscar un nuevo horizonte de seguridad, trabajo y prosperidad, circunstancias todas prioritarias que deberían estar en la cabeza del presidente electo y de todos los que se posesionarán en la Asamblea Nacional, varios de los cuales, sobre todo del movimiento RC, que  repiten su presencia allí, vuelven después de haber ofertado nada o casi nada, salvo una perversa enjundia en favor de sus fines.

No sé cuántos ecuatorianos nos sintamos representados por esos sujetos políticos, llamados asambleístas, muchos de los cuales han hecho de la labor política una forma de vida, para ganar ostentación, poder y enriquecimiento, como para vivir vidas de lujo y vanidad, que solamente significan pérdida para los erarios nacionales, una vez que por sus actuaciones, en muchos casos patéticas, hasta hay que pagarles a ellos y todos sus asesores.

Pero el pueblo está llegando al fin de su paciencia, se ve necesitado, desempleado, sin porvenir y, en esas condiciones, se convierte en un arma de rebeldía que, con seguridad va a estar vigilante de los aconteceres políticos y de las actuaciones de los mandatarios en todos sus poderes y no va a soportar los sainetes, riñas, amarres y deshonestidades, que mostraron los que fueron cesados por la muerte cruzada.

El Ecuador busca soluciones a sus crisis y, ciertamente en 15 meses se logrará mucho, pero más allá de las consecuciones, también quiere ver comportamientos probos y apegados a la Ética, de lo contrario, en cualquier momento, se desatará su rebeldía para exigir que no se burlen a su costilla.