A una semana de las elecciones

Alfonso Espín Mosquera

A ocho días de las elecciones del 5 de febrero hay un sinsabor en los ecuatorianos. El advenimiento del correísmo se consumó antes de hora, esto es del fin de Lasso, pues la actuación del régimen actual, ha entregado en bandeja de plata a los hacedores de la ‘década ganada’ los destinos del país.

Los resultados electorales ponen en la prefectura y alcaldía de las dos ciudades más importantes del país. Paola Pabón y Pabel Muñoz; igual que Marcela Aguiñaga y Aquiles Álvarez, son todos militantes de Alianza País y, aunque su ganancia es con alrededor de un 25 al 30%, lo que quiere decir, por un lado que su triunfo no es arrollador, pues el 70% restante no es correísta y por otro que la votación de los aliancistas es fiel a su líder, porque sin objeción cumplen con el pedido de Rafael Correa, desde donde quiera que se encuentre.

La ganancia del correísmo deja una lección al régimen de Lasso y a la ‘decena’ de candidatos de centro derecha a centro izquierda que por sus ambiciones particulares participaron solos, en lugar de juntarse en una sola candidatura y derrotar con facilidad a los candidatos de la lista 5.

A la postre Lasso es en gran parte el culpable de lo que sucedió porque sus medianas acciones y su falta de comunicación facilitaron el rechazo expresado en el voto a la oposición, esto es al correísmo, y hoy por hoy hasta su posible caída, porque los politiqueros están envalentonados en la Asamblea pensando la defenestración de Guillermo Lasso.

Cabe también reflexionar en la pérdida del ‘Sí’ en la consulta, otra vez porque el régimen actual no supo preguntar sobre cuestiones fundamentales y tampoco socializar la misma, ligando al ‘No’, por ejemplo, con el crimen organizado o al menos con la necesidad de votar a favor por las razones importantes para el Ecuador.

Resulta curioso cómo ganan los aliancistas con el 25% y a la vez arrolla el ‘No’ en el referéndum si se supone que el 75% no es correísta, ojalá no sea obra de algún fantasma informático que hace ‘travesuras’ con los resultados.

Ahora resulta que la llegada de Correa, como ‘Dios Padre’ talvez esté más cerca que nunca. Al menos su movimiento ya aterrizó otra vez en el país y una vez que lo hizo, no se irá ‘nunca’, pues tal vez nunca lo hizo, una vez que muchos de sus miembros participaron de este gobierno, algunos saboteando las acciones, todos esperando pasivamente este momento.

A la postre jugamos el juego perverso de la política, pero no votamos por un proyecto de país, ni siquiera lo mencionamos, peor todavía lo hemos concebido y eso debería ser el norte definitivo de todo gobierno para alcanzar mejores días, lejanos a la podredumbre de la corrupción que cada día se enquista más entre nosotros.