A propósito de las Olimpiadas

A lo largo de la historia ecuatoriana, el panorama político siempre ha sido desalentador y frustrante. Elección tras elección nos hemos emocionado en la esperanza de días mejores y luego los delitos cometidos por los gobernantes de turno han sido el pan del día. Sin embargo, en medio de ese desastroso acontecer político, las hazañas deportivas de nuestros compatriotas nos han dado emociones han recompuesto el orgullo de ser ecuatorianos; y es que una medalla de oro se magnifica cuando sale de nuestro pequeño país y de su gente más humilde, en ocasiones originaria de algún sitio olvidado por los políticos..

Una medalla de oro siempre será un  galardón importantísimo. Quizá para USA, Japón, China u otras potencias será una más, mientras que para el Ecuador es mucho más significativa porque es exclusiva, no se logran varias, ni siquiera una por Olimpiada y, resulta que recién en ese momento, cuando ya triunfaron gracias al esfuerzo y sacrificios propios, se vuelven eternos los nombre de los atletas y los gobiernos se desviven por gratificarles, algo que no suple un sistema indignantemente deshonesto e ineficaz que no logra respaldar y catapultar a tantos atletas con talento, que muchas veces ante las necesidades de sobrevivir renuncian a futuros victoriosos en el deporte.

Razón tiene Richard Carapaz cuando dice que sus triunfos le pertenecen a él, a su familia y a quienes creyeron en su persona; pero, Carapaz, a pesar de su verdad, se olvidó por un momento de que hay un pueblo que no es responsable de los malos y negligentes actos de la dirigencia y que sinceramente se alegra y le agradece por sus proezas.

Los deportistas que se han destacado a nivel internacional han hecho lo que no han podido los políticos. Han conquistado también la unidad, el orgullo y la alegría de millones de ecuatorianos, que piensan en ellos, los deportistas, como referentes de vida.

El nuevo gobierno, con afanes y acciones de un país más justo y provechoso, debe por todos los medios, apuntar a su gente, entregándole apoyo en el deporte y en otras disciplinas que inmenso bien nos hacen. Hay talento derramado entre nuestra gente, sobre todo en la más sencilla y marginada.