40 años al servicio de la libertad

El 23 de agosto de 1982 irrumpe en el escenario nacional Diario La Hora, constituyéndose en un referente informativo para el país y en un testigo activo de la historia ecuatoriana. En aquella fecha, el presidente del Ecuador era el doctor Oswaldo Hurtado Larrea, connotado jurista y político. Le sucedió en el poder el ingeniero León Febres Cordero —carismático líder de la derecha ecuatoriana— y a él el doctor Rodrigo Borja Cevallos —reconocido y honesto estadista—, quien fue reemplazado por el arquitecto Sixto Durán, de lúcida conducción del conflicto bélico de 1995. Hubo en aquellos años estabilidad y un relativo progreso. Entonces llegó la debacle: Abdala Bucarán, destituido por el Congreso; Fabián Alarcón, presidente interino; Jamil Mahuad reemplazado por Gustavo Noboa; y, Lucio Gutiérrez por Alfredo Palacio. En aquel momento la desilusión del pueblo con la política se resumió en la frase “¡Que se vayan todos!”.

En 2007 llegó a la presidencia Rafael Correa, con un Plan de Gobierno que puso a soñar a los ecuatorianos. Ofrecía “una sociedad equitativa y solidaria, donde la honradez y las manos limpias sean la base de una nueva democracia… la profesión de periodista no sea de las más arriesgadas por las diversas formas de intolerancia desplegadas desde las instancias de poder político o económico… donde el respeto a la opinión de los contrarios, a la disidencia y a la crítica esté garantizado…”.

En la realidad, sucedió todo lo contrario. Correa propició una consulta popular para meterle la mano a la Justicia y amordazar la libertad de expresión.  Sus asambleístas aprobaron una Ley de Comunicación que consideraba equivalentes las acciones de informar y de opinar, convertía en normas jurídicas mandatos deontológicos, concedía al Ejecutivo la capacidad para formular políticas públicas de comunicación, a través de los ministerios y secretarías del sector, creaba un Consejo de Comunicación e Información con capacidades represivas; y, todavía más, luego dispuso a sus asambleístas una enmienda constitucional para transformar a la comunicación en un servicio público.

LA HORA fue testigo y actor de aquellos acontecimientos, defendiendo sin temor el derecho a la libre expresión de los ecuatorianos. Larga vida a este diario, con la certeza de que seguirá siendo un baluarte para nuestra democracia.