Nuestra Patria calificada, con razón, como “Tierra de nadie”, bien merece este calificativo porque, como sabemos, aquí nadie obedece ni cumple las leyes ni los reglamentos impuestos por autoridades y órganos de control. Está en vigencia la ley del “más vivo” o del poderoso que hace y deshace estos mandatos que, se supone, deberíamos cumplir a rajatabla todos los ecuatorianos sin excepción. A propósito, quiero exponerles un ejemplo muy vivencial: después de escuchar un noticiero en uno de los canales de TV, donde se decía que todos los comercios están obligados a hacer devoluciones cuando el cliente no está satisfecho, concurrí a una farmacia a comprar un medicamento. Al consultar con el especialista y darme cuenta de que no era el apropiado, inmediatamente a los pocos minutos fui a tratar de devolverlo, cosa que no pudo hacerse debido a la terminante negativa de sus expendedores; molesto por la respuesta, concurrí a la “Defensoría del pueblo” que se supone está para defender los derechos de los usuarios y consumidores, petición que también me fue negada, alegando que ellos no tienen autoridad para presionar y menos obligar a cumplir con estos reclamos. Lamentablemente y, por desgracia, estas irregularidades ocurren en muchas de las oficinas que no cumplen, a cabalidad, las funciones que les fueron encomendadas.
Me pregunto entonces…¿A quién o a quiénes recurrimos para pedir justicia y hacer cumplir las disposiciones emitidas?… ¿tendremos, acaso, que recurrir al “Chapulín Colorado”?
En resumen: Los ecuatorianos nos sentimos cada vez más desprotegidos, impotentes y desamparados.
Fabiola Carrera Alemán