¿Final feliz por matar a alguien?

No habrá un ‘final feliz’ mientras haya barrios como los del ‘Bloque 5’ en Guayaquil, sin alcantarillado ni agua potable por tubería; sin recolección de basura ni transporte para su gente. El conflicto es el «proceso cognitivo que implica percepciones de metas incompatibles…» (Infante, 1998). Mientras el presidente y otras personalidades buscan pasar una norma para tenencia y porte de armas —ya no solo para el sector camaronero, ganadero y bananero— otros creemos que el monopolio de la fuerza debe quedar en la Policía y FF.AA., y que “a la inseguridad se la combate no con más seguridad” sino, entre otras, con presupuesto para barrios pobres. La Policía, que debe construir más Unidades de Policía Comunitaria en los límites urbanos y sectores rurales de las ciudades, debe seguir, como lo hace, neutralizando bandas extorsivas, vacunadores, recuperando carros y bienes, decomisando armas, mientras los civiles seguimos privilegiando nuestra vida frente a los intentos de sustraernos cosas materiales. Y las FF.AA. monitoreando, con el software que maneja, la posesión o tenencia de armas en guardias de seguridad privados. No podemos volver a la arcaica ‘justicia privada’ ni legalizar el ‘delito de peligro’ —que se exacerbaría en las calles por cierta gente portar armas—. Imaginemos a un conductor maleducado y violento, —y además armado— que en un ‘conflicto cognitivo’ se ofende porque otra persona le cede el paso a otro vehículo y ‘no lo deja avanzar’; o a un joven descontrolado hacerse de un arma —no de ‘juguete’—y atentar, como se conoce en otros países, en su propia institución educativa.

Diego Fabián Valdivieso Anda