Danza

‘La consagración de la primavera’, por la Compañía Nacional de Danza.
‘La consagración de la primavera’, por la Compañía Nacional de Danza.

Danza en esplendor

Cuando presentaron ‘La consagración de la primavera’, ballet con música de Stravinsky, coreografía de Nijinsky y los Ballets Rusos de Diaghilev, en París, en 1913, el acontecimiento provocó un escándalo.

La música, dicen los entendidos, fue el resultado de convertir a toda la orquesta en un enorme instrumento de percusión; la coreografía utilizó un mínimo y transparente vestuario, y el tema evocaba el sacrificio de una virgen en honor de la primavera, leyenda del pueblo ruso.

Estos elementos eran demasiado fuertes para un público acostumbrado a la delicadeza del ballet clásico. Fueron los años de la vanguardia y todas las artes buscaban otra expresión a partir, por cierto, de otros principios teóricos.
Al cabo de cien años nuestra percepción artística ya no es una actitud pasiva y no se extraña negativamente con la búsqueda de expresiones estéticas, al contrario, participa intensamente con las propuestas de los artistas. En consecuencia, los criterios de valoración han variado.

Lo anotado se relaciona con el trabajo de la Compañía Nacional de Danza dirigida por María Luisa González y que, con motivo de un aniversario ha llevado al escenario ‘La consagración de la primavera’. La función realizada en el Teatro Nacional de la Casa de la Cultura ‘Benjamín Carrión’, el 2 de octubre, se inició con una amena primera parte. Lo fuerte vino luego.

En el programa de mano vino la información: coreografía del joven cubano Jorge Alcolea; el asesoramiento musical de Rodrigo Becerra; el diseño del vestuario de Pepe Rosales y la danza a cargo del elenco de la Compañía Nacional de Danza. Suponemos que la utilería, la iluminación y otros efectos pertenecen a los técnicos de la Compañía.

La presentación contiene diez partes. La primera evoca los sucesos ocurridos en París en 1913. Las nueve restantes identifican los contenidos de la leyenda, excepto la décima que incluye una alusión a la “indiferencia del público ante lo ocurrido”, esta nota, claramente no tiene que ver con el escándalo que produjo la obra en París.

Magnífica es la recreación de Alcolea. Puesto que la coreografía original se ha perdido, y solo deben existir fotografías y videos de otros montajes, Alcolea exprimió con energía su imaginación para ofrecernos una grata experiencia. El resultado es una cabal sindéresis de todos los elementos que intervienen: sea de la exactitud de danzarinas y danzarines, sea de la prolijidad de la gestualidad, sea del cálculo de la prosémica, sea de la gracia del vestuario.

En alguna parte nos pareció que el tempo se debilitaba, pero, en cambio, las acciones coreográficas que simularon los colosales martillazos de la música fueron emocionantes.

El público del Teatro Nacional correspondió con admiración y concentración al hecho dancístico, forma de participación que los autores originales de 1913 según se sabe no lograron en la primera presentación porque el escándalo que protagonizaron los bandos contrapuestos, unos a favor y otros en contra, impidieron el flujo del ballet. Se dice también que la intención de los artistas fue la de provocar ese alboroto. En síntesis, la Compañía Nacional de Danza del Ecuador nos entregó un buen momento del esplendor de la danza.

*[email protected]

Descolonizar el pensamiento

Nicolás Restrepo

Con el cálido aleteo de las palomas sobrevolando la Plaza de San Francisco, junto con cientos de espectadores extranjeros y ecuatorianos, se llevó a cabo el evento de ‘Música y Danza’ dentro del programa de la ‘Primera Bienal Intercontinental de Arte Indígena Ancestral’.

Las catorce nacionalidades que vinieron de diferentes lugares a lo largo y ancho de todo el Ecuador celebraron así el Día de la Raza. Esta vez nos ofrecieron un espectáculo de música y danza que se ha venido transmitiendo de generación en generación por más de 500 años.

Coloridas vestimentas, ponchos, sombreros y plumas fusionados con los sonidos ancestrales del soplador, la flauta, el charango y los agudos cantos de las diferentes nacionalidades indígenas convirtieron a la Plaza en una gran pista de baile.

La ‘Primera Bienal Intercontinental de Arte Indígena Ancestral’ pretende rescatar la identidad de sus pueblos, transmitiendo de modo práctico sus valores. Trata de descolonizar el pensamiento, aportando a la construcción de una identidad individual y colectiva que tenga como fin el conocimiento.

Estos milenarios personajes que forman un gran porcentaje de nuestra población nos recuerdan cuáles son nuestras verdaderas raíces, adorando a lo vivo y no a lo material, manteniendo así una relación armónica y equilibrada entre el hombre y la ‘Madre Naturaleza’.

Los agudos cantos de las diferentes nacionalidades indígenas convirtieron a la Plaza en una gran pista de baile
Los agudos cantos de las diferentes nacionalidades indígenas convirtieron a la Plaza en una gran pista de baile