El mejor regalo de Navidad

El mejor regalo de Navidad
El mejor regalo de Navidad

Se acercaban los días de fiestas navideñas, tiempo para que nuestros huérfanos escucharan, por primera vez, la historia tradicional de Navidad. Les contamos como María y José llegaron a Belén. No encontraron albergue en la posada y la pareja se fue a un establo, donde nació el niño Jesús y fue puesto en un pesebre.
Durante el relato de la historia, los niños y los trabajadores del orfanato estaban asombrados mientras escuchaban. Algunos, sentados al borde de sus taburetes, trataban de captar cada palabra.

Terminando la historia, les dimos a los niños tres pequeños pedazos de cartulina, un papel de servilleta amarilla, cuadros de franela (cortados de un viejo camisón de dormir) y un bebé tipo muñeca que, fue cortado de una felpa color canela.

Todo eso serviría para que construyeran un pesebre.

Manos a la obra

Los huérfanos estaban ocupados montando sus pesebres, mientras caminábamos entre ellos para ver si necesitaban ayuda.

Todo marchó bien, hasta que llegamos a una de las mesas donde estaba sentado un pequeño llamado Misha, quien ya había terminado su proyecto. Cuando miramos la obra del muchacho quedamos sorprendidos al ver que, en vez de uno, habían dos bebés en el pesebre.

Enseguida llamamos al traductor para que le preguntara al chico porque estaban dos niñitos.

Una gran historia

Cruzando sus brazos y mirando el proyecto terminado, Misha contó su historia.
El niño, quien sólo había escuchado la historia de Navidad una vez, contó el relato con exactitud… hasta llegar a la parte donde María coloca el bebé en el pesebre.
Entonces, el pequeño inventó otro fin a la historia diciendo:

-Y cuando María colocó al bebé en el pesebre, Jesús me miró y me preguntó si yo tenía un lugar donde ir.

-Yo le dije: «No tengo mamá y no tengo papá, así que no tengo donde quedarme”.

-Jesús dijo que podía quedarme con Él.

-Yo le dije que no podía pues no tenía regalo para darle, como habían hecho los demás. Pero que tenía muchos deseos de hacerlo. Pensé que si podía mantenerlo caliente, eso sería un buen regalo. Le pregunté a Jesús: «Si te mantengo caliente, ¿sería un buen regalo?»

-Jesús me dijo: «Si me mantienes caliente, ese sería el mejor regalo que me hayan dado».

-Luego de escucharlo, me metí en el pesebre.

-Entonces, Jesús me miró y me dijo que me podría quedar con Él para siempre.

Una lección de esperanza

Mientras el pequeño Misha terminaba su historia, sus ojos se llenaron de lágrimas, que le salpicaban por los cachetes.

El pequeño colocó una mano sobre su cara, bajo su cabeza hacia la mesa y sus hombros se estremecían mientras sollozaba.

El huérfano había encontrado alguien que nunca lo abandonaría o abusaría, alguien que se mantendría con él para siempre.

Gracias a Misha hemos aprendido que lo que cuenta no es lo que uno tiene en su vida, sino, a quien uno tiene en su vida.

No creemos que lo ocurrido a Misha fue el producto de su imaginación. Creemos que Jesús de veras lo invitó a estar junto a Él para siempre. Jesús hace esa invitación a todos, pero para escucharla hay que tener un corazón de niño.
(Anónimo)