¿Familias disfuncionales?

Ricardo Viera Navarrete

Actualmente se califica con gran facilidad a las familias como disfuncionales, a tal punto de ser el diagnostico social que determina nuestra posición y relaciones.

Si el niño perdió el año, es porque proviene de una familia disfuncional; si la adolescente tiñe su cabello de color púrpura, también; si los padres no se han casado, son divorciados o se han vuelto a casar, sin duda, son una familia disfuncional; si la madre o el padre cría solo a sus hijas/os o éstos viven con sus abuelas/os u otros familiares son disfuncionales por composición. Incluso esta percepción se extiende a las familias extranjeras por el solo hecho de serlas, a los padres que perdieron el trabajo y no lo han podido obtener, a las parejas mayores de 30 años que no tienen hijas/os, etc.

Estas percepciones se encuentran asentadas en estereotipos, que como consecuencia generan discriminación. Más, ¿qué es lo realmente funcional en una familia?, definitivamente: el cuidado y el desarrollo. El cuidado implica presencia, acompañamiento, guía y protección. El desarrollo, involucra crecimiento, aprendizaje, reflexión y cambio. Por tanto, una familia con relaciones funcionales se caracteriza porque en ella todos participan y se escuchan y, por ende, existe una amplia comunicación, empatía y respeto por los sentimientos; existen sanos liderazgos en la toma de decisiones; hay límites y reglas no impuestas sino comprendidas; se presentan discrepancias porque se respetan diferencias, más eso no genera peleas sino búsqueda de consensos; existen costumbres comunes pero se potencian identidades particulares.

En tal virtud, la fortaleza familiar no se encontrará en los bienes materiales o en la imagen de éxito social, sino en la escucha, la guía, las decisiones, el apoyo, el consuelo, en ese único lugar al que llamamos hogar.