Educación ciudadana

Rosalía Arteaga Serrano

Después de los duros eventos vividos, debe venir un proceso de reflexión general. Primero, sobre las causas que los motivaron, los temas que confluyeron para hacer que se viva un estado de alarma generalizada y se tengan que lamentar pérdidas de vidas humanas, así como también cuantiosos recursos económicos. Debemos abundar en temáticas que nos lleven por un camino de reconciliación nacional y de mecanismos permitan evitar el que se repitan situaciones como las vividas.

Hay que volver la mirada a la educación, a lo que puede y debe hacer, en las diversas manifestaciones, en las actividades diarias, en la convivencia de los integrantes de una sociedad. Al margen de actividades desestabilizadoras y volver la mirada en nuestro derredor para determinar culpables, debemos pensar en lo que debemos hacer los ciudadanos, para cultivar un clima de paz y mirar al futuro con optimismo.

No enfocamos aquí las medidas económicas y de compensación, cuya tarea le corresponde al Gobierno, sino pensar, desde otros ámbitos. Ser un pueblo que busca una paz duradera y sostenible. Sólo la educación puede ayudar a construir relaciones de respeto mutuo, de solidaridad entre los integrantes de un pueblo o de un estado.

Sugerimos que se establezcan mecanismos que generen una cátedra de ciudadanía. No como una nueva materia dentro del ya congestionado currículo de los estudiantes, sino como ejes transversales que permeen todo el proceso de enseñanza-aprendizaje y que vaya a los hogares ecuatorianos. Un buen ciudadano no destruye su ciudad; un buen ciudadano no agrede a sus vecinos; un buen ciudadano piensa en positivo y busca cómo aportar al desarrollo de su sector, de su zona, su vecindario y su barrio. Lo hace con la conciencia de su pertenencia y de vínculos indestructibles.

[email protected]

Rosalía Arteaga Serrano

Después de los duros eventos vividos, debe venir un proceso de reflexión general. Primero, sobre las causas que los motivaron, los temas que confluyeron para hacer que se viva un estado de alarma generalizada y se tengan que lamentar pérdidas de vidas humanas, así como también cuantiosos recursos económicos. Debemos abundar en temáticas que nos lleven por un camino de reconciliación nacional y de mecanismos permitan evitar el que se repitan situaciones como las vividas.

Hay que volver la mirada a la educación, a lo que puede y debe hacer, en las diversas manifestaciones, en las actividades diarias, en la convivencia de los integrantes de una sociedad. Al margen de actividades desestabilizadoras y volver la mirada en nuestro derredor para determinar culpables, debemos pensar en lo que debemos hacer los ciudadanos, para cultivar un clima de paz y mirar al futuro con optimismo.

No enfocamos aquí las medidas económicas y de compensación, cuya tarea le corresponde al Gobierno, sino pensar, desde otros ámbitos. Ser un pueblo que busca una paz duradera y sostenible. Sólo la educación puede ayudar a construir relaciones de respeto mutuo, de solidaridad entre los integrantes de un pueblo o de un estado.

Sugerimos que se establezcan mecanismos que generen una cátedra de ciudadanía. No como una nueva materia dentro del ya congestionado currículo de los estudiantes, sino como ejes transversales que permeen todo el proceso de enseñanza-aprendizaje y que vaya a los hogares ecuatorianos. Un buen ciudadano no destruye su ciudad; un buen ciudadano no agrede a sus vecinos; un buen ciudadano piensa en positivo y busca cómo aportar al desarrollo de su sector, de su zona, su vecindario y su barrio. Lo hace con la conciencia de su pertenencia y de vínculos indestructibles.

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Después de los duros eventos vividos, debe venir un proceso de reflexión general. Primero, sobre las causas que los motivaron, los temas que confluyeron para hacer que se viva un estado de alarma generalizada y se tengan que lamentar pérdidas de vidas humanas, así como también cuantiosos recursos económicos. Debemos abundar en temáticas que nos lleven por un camino de reconciliación nacional y de mecanismos permitan evitar el que se repitan situaciones como las vividas.

Hay que volver la mirada a la educación, a lo que puede y debe hacer, en las diversas manifestaciones, en las actividades diarias, en la convivencia de los integrantes de una sociedad. Al margen de actividades desestabilizadoras y volver la mirada en nuestro derredor para determinar culpables, debemos pensar en lo que debemos hacer los ciudadanos, para cultivar un clima de paz y mirar al futuro con optimismo.

No enfocamos aquí las medidas económicas y de compensación, cuya tarea le corresponde al Gobierno, sino pensar, desde otros ámbitos. Ser un pueblo que busca una paz duradera y sostenible. Sólo la educación puede ayudar a construir relaciones de respeto mutuo, de solidaridad entre los integrantes de un pueblo o de un estado.

Sugerimos que se establezcan mecanismos que generen una cátedra de ciudadanía. No como una nueva materia dentro del ya congestionado currículo de los estudiantes, sino como ejes transversales que permeen todo el proceso de enseñanza-aprendizaje y que vaya a los hogares ecuatorianos. Un buen ciudadano no destruye su ciudad; un buen ciudadano no agrede a sus vecinos; un buen ciudadano piensa en positivo y busca cómo aportar al desarrollo de su sector, de su zona, su vecindario y su barrio. Lo hace con la conciencia de su pertenencia y de vínculos indestructibles.

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Después de los duros eventos vividos, debe venir un proceso de reflexión general. Primero, sobre las causas que los motivaron, los temas que confluyeron para hacer que se viva un estado de alarma generalizada y se tengan que lamentar pérdidas de vidas humanas, así como también cuantiosos recursos económicos. Debemos abundar en temáticas que nos lleven por un camino de reconciliación nacional y de mecanismos permitan evitar el que se repitan situaciones como las vividas.

Hay que volver la mirada a la educación, a lo que puede y debe hacer, en las diversas manifestaciones, en las actividades diarias, en la convivencia de los integrantes de una sociedad. Al margen de actividades desestabilizadoras y volver la mirada en nuestro derredor para determinar culpables, debemos pensar en lo que debemos hacer los ciudadanos, para cultivar un clima de paz y mirar al futuro con optimismo.

No enfocamos aquí las medidas económicas y de compensación, cuya tarea le corresponde al Gobierno, sino pensar, desde otros ámbitos. Ser un pueblo que busca una paz duradera y sostenible. Sólo la educación puede ayudar a construir relaciones de respeto mutuo, de solidaridad entre los integrantes de un pueblo o de un estado.

Sugerimos que se establezcan mecanismos que generen una cátedra de ciudadanía. No como una nueva materia dentro del ya congestionado currículo de los estudiantes, sino como ejes transversales que permeen todo el proceso de enseñanza-aprendizaje y que vaya a los hogares ecuatorianos. Un buen ciudadano no destruye su ciudad; un buen ciudadano no agrede a sus vecinos; un buen ciudadano piensa en positivo y busca cómo aportar al desarrollo de su sector, de su zona, su vecindario y su barrio. Lo hace con la conciencia de su pertenencia y de vínculos indestructibles.

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