Un verdadero infierno

Rodrigo Contero Peñafiel
Rodrigo Contero Peñafiel

Espeluznante matanza masiva de privados de la libertad en el Centro de Rehabilitación Social de Guayaquil, con 119 muertos en un día; la mayoría de los reos que salen cumpliendo condenas en estos centros vuelven a delinquir con más audacia, pues al estar detenidos sin hacer ningún tipo de rehabilitación, tienen tiempo suficiente para pensar cómo hacerlo de mejor manera la próxima vez.

Parece tierra de nadie, los internos fogosos con sus impulsos y recibiendo órdenes desde el ext erior, de las mafias a que pertenecen, matan bárbaramente; decapitan a sus propios compañeros, a plena luz del día, como si estuvieran en un campo de batalla. Los guías penitenciarios optan por evitarlos porque corren peligro, tolerándoles hasta que agoten las municiones de las armas que introducen de mil maneras; y, luego de horas de intensa balacera, cientos de miembros policiales y militares ingresan para recoger a los muertos y heridos dispersos. Un verdadero infierno, que sorprende, atemoriza y avergüenza al país.

La dura realidad es que no pasa nada con declarar la emergencia en dichos centros, en poco tiempo se regresa a lo mismo. La corrupción e ineficiencia es de tal magnitud que de cualquier manera se les permite introducir armas, droga y todo lo que desean; ¿acaso no hay perros especializados para su detección? No es solución invertir ingentes sumas de dinero en más guías e insumos a costa del pueblo, si no hay planificación.

Es hora de que las funciones ejecutiva, legislativa y judicial trabajen en conjunto, escuchando la opinión de conocedores del problema, para que se dicten leyes, decretos, reglamentos, resoluciones y recomendaciones tendientes a cambiar por completo el sistema, donde los privados de la libertad trabajen, con miras a su autosustento. Un centro de rehabilitación debe contar con centro médico especializado, psicólogos, terapistas ocupacionales, fisioterapeutas, guías, instructores y consejeros: educación, salud, vinculación familiar y la reinserción en la sociedad es fundamental.

Para corregir la conducta de los privados de la libertad, urge una total reorganización de los CRS, dotándoles de personal idóneo, que imponga una férrea disciplina y control.