La presencia, cada vez más alarmante de la variante Delta, del virus COVID 19, en muchos países del mundo, ha obligado a la OMS a revisar los conceptos de epidemiología, que hasta hace poco eran prevalentes en relación con la inmunidad colectiva o “inmunidad de rebaño”, situándola antes del estallido de la variante, en el rango del 70% al 80% de la población vacunada, para ahora situar ese rango en el 90%, cifra al parecer ideal para frenar la expansión del virus en la población, pero difícil de lograr, al constatar que gran parte de la población es renuente a recibir la vacuna, imbuidos la mayoría de falsas creencias, que en pleno siglo de las luces no debería existir.
El término usado es de origen veterinario, muy común en los constantes estallidos de enfermedades que afectaron a los animales en épocas pasadas, concepto que fuera asimilado por la medicina humana para frenar varias pandemias en épocas recientes, como el sarampión, varicela, difteria, y hasta la viruela, que hoy la ciencia médica se jacta de haberla erradicado en el mundo.
“Esta protección global, colectiva o de rebaño, se logra cuando un suficiente número de personas vacunadas contra un patógeno, garantiza que este no puede propagarse, en razón a que una persona susceptible se infecta, en medio de la mayoría que no lo son, porque recibieron la vacuna; el patógeno, en este caso que circula, tenderá a desaparecer como agente de propagación, al no tener la oportunidad de replicarse en las células de la población vacunada” así definen los expertos en salud pública el termino usado, siendo por demás evidente mis estimados lectores, que la vacunación, es fundamental y hasta vital, para garantizar el control total de la pandemia que nos azota.
Si hay alguien de mis lectores que no haya recibido la vacuna, cualquiera que se encuentre disponible, debe acudir cuanto antes a hacerlo, sin miramientos y dilaciones, porque no solo se cuida usted, sino que su cuidado se expande a su familia y las personas que circundan en su medio.