Patria y vida

En Cuba iniciaron una serie de protestas contra el régimen dictatorial. En más de 60 años de dictadura, solo se recuerdan las protestas de 1994 conocidas como el ‘Maleconazo’, que movilizaron a tanta gente. Pero lo que está ocurriendo ahora es diferente.

En la década de los 90 la situación del régimen cubano se volvió insostenible. Tras el fin de la Unión Soviética, el proyecto político de Fidel Castro perdió el sustento económico. En aquel entonces, las protestas iniciaron cuando ciudadanos intentaron secuestrar una embarcación para huir a la Florida y fueron detenidos. Tras la represión, fue el mismo Fidel Castro quien apaciguó a los manifestantes.

Ahora en 2021, la situación de nuevo es extremadamente crítica para el pueblo cubano. Ante la debacle económica de la dictadura venezolana y la pandemia mundial, el régimen cubano llegó al límite, su gente sufre la carestía de alimentos y medicinas.

Pero ahora ya no están los hermanos Castro que ejercían el poder perverso de los dictadores carismáticos y adorados por su pueblo. Más aún, ahora existe internet y pese a las limitaciones en la isla, las redes sociales reproducen y conectan a los manifestantes que han perdido el miedo bajo el grito de “patria y vida”.

Lo que más sorprende es cierta complicidad intelectual de quienes miran a la distancia a una de las dictaduras más crueles de la historia.

Las dictaduras son crueles e inhumanas, da igual si se tildan de comunismo, nacionalismo, izquierda o de derecha.

La tragedia del pueblo cubano no es el embargo económico impuesto por Estados Unidos. Seguramente contribuye a asfixiar la economía comunista, pero su tragedia es la falta de libertad.

Lamento tanto que la demócrata estadounidense Alexandria Ocasio-Cortez utilice la potencia de su voz y su liderazgo para condenar el embargo a Cuba y no lo haga para cuestionar a la dictadura. La hipocresía en la política internacional sigue a la orden día.