Un agradecimiento por lo vivido

Rocío Silva

Tal vez sea por el frío que ataca a la comarca, pero el recuerdo de Jorge Enrique Adoum, se ha vuelto persistente en estos días. Sí, recordamos al “turco” con su mirada profunda e inquisidora que en sus visitas a su comarca (Ambato) después de muchos años, volvía a participar en los espacios académicos tan bien organizados por la Casa de Montalvo.

Fueron muchos y bastos los encuentros, seminarios, simposios, debates de Literatura, Historia, Genealogía, que se hicieron por las décadas de los 80 y 90; y, que nunca más hasta hoy, se supo que desde la entidad cultural mencionada se hayan provocado. Dicha entidad quedó para eventos de poca monta en el plano de la producción académica, tal vez no es culpa de su Dirección, sino consecuencia de las dos administraciones municipales anteriores, que entendieron a la gestión cultural como un espacio de proyección política. La intelectualidad y academia de la comarca esperan demasiado de las actuales administraciones, tanto provincial como municipal; si tienen expectativas de una proyección óptima, académica y cultural, cuando en casi tres meses se confunde con total denuedo, la interculturalidad con el folklor y los festejos de una post campaña política.

Pero allá ellos, porque el tema con el que iniciamos es Jorge Enrique Adoum, no recuerdo exactamente si su presencia en Ambato se debía a homenajes y reconocimientos –creo que no-, su presencia estaba ligada a una verdadera y continua producción intelectual, académica y participativa, la misma que era muy generosa; Adoum era un portento comunicativo del que emanaba a borbotones con mucha coherencia y facilidad: comentarios, análisis, críticas, tendencias, técnicas. Hablaba no solo de su producción literaria (situación muy recurrente en la mayoría de escritores) sino que desde la égida del Derecho y Filosofía explicaba la construcción de personajes en los cuales depositaba una ideología y cosmovisión, en sus más de veinte libros de poesía, teatro, la novela, crítica, ensayos. En fin, nos queda ahora agradecer a la vida por esas charlas magníficas que unas tardes de frío compartimos con Adoum, Mari Pachano, Mario Cobo, Hernán Castillo…