Rodinás, poeta

MIGUEL ÁNGEL RENGIFO ROBAYO

El escritor, y más aún el poeta verdadero, no recae en petulancias o pretensiones ilusas como el reconocimiento o la publicación, emerge más bien desde su modestia una vida posible y capaz de ser consecuente con su tiempo y su entorno; la resulta y también el empeño van decantando poco a poco hasta evidenciar una tesis o veracidad cruda y palpable: Shakespeare será olvidado.

El poeta ecuatoriano Juan José Rodinás (Ambato, 1979) acaba de obtener, en Cuba, el Premio Casa de las Américas en su edición 60, por su libro de poesía Yaravi para cantar bajo un cielo del norte (biografía no autorizada de un Banksy sudamericano). No lejos de este reconocimiento, en el 2017, su libro Cuaderno de Yorkshire recibió el Premio Margarita Hierro, en España, y el Premio Nacional Jorge Carrera Andrade. En el 2013, su libro Estereozen se adjudicó el premio del Festival de la Lira, en Cuenca.

Sin eufemismos o absurdos, porque a más de un pintado le corre la suerte de sentirse poeta sin saber serlo, por sus panfletos ocasionales o poemitas de baratillo en los muros de Facebook, esperpento y mediocridad con pies, y otros excesos, este premio otorgado a una generación nueva de escritores y aún así de poetas de este lado del corazón quienes han vivido un tiempo post boom, con el mayúsculo compromiso de trascender merece la sonrisa, la carcajada y el desborde a la salud de Juan José Rodinás.

Hay esperanza y otros referentes también, que bueno que Ecuador prevalezca con nombres propios en la escena literaria mundial; el prestigioso premio Casa de las Américas elogia la labor silente y fulgurante de un poeta como Rodinás, y eso debe ser motivo de felicidad, porque no estamos lejos de reivindicar nuestra sensibilidad como resistencia, como lucha en estos tiempos.

Esperemos estrechar el abrazo en estos días y promover un homenaje íntimo, y de todos, sin portavoces, más bien con el único recado de acercarnos a su obra, revisarla, vivirla y replicarla en nuestras acciones, no hay mejor homenaje que leer sus libros y trascender de esa manera.