El Niño del Isinche es homenajeado en Pujilí

Tradición. Hace más de 40 años que celebran esta fiesta en La Victoria.
Tradición. Hace más de 40 años que celebran esta fiesta en La Victoria.

Le tienen mucha fe en esta parte de Cotopaxi. Por esto le preparan una gran fiesta y procesión.

Redacción COTOPAXI

La algarabía, el colorido, la tradición y sobre todo la devoción, se conjugan para homenajear al Niñito de Isinche en Pujilí (Cotopaxi).

Los pollos, los cuyes y los conejos asados, el hornado y la chicha son los ingredientes que deben estar listos para brindar a los visitantes que llegan a este lugar para disfrutar de la fiesta.

La plaza principal de este cantón, así como las calles aledañas, son el epicentro de todo el jolgorio. Hacia el sitio llegan diferentes personajes que no pasan desapercibidos por los colores que tienen los ponchos, las faldas, los sombreros, los zamarros, las caretas, los vestidos y las alpargatas que visten. ¡Y como no!, las trompetas que entonan los pasillos y los sanjuanitos dan más vida a la celebración.

“¡Que viva el prioste!”, “¡que toque la banda!”, repiten los asistentes.

Mientras las campanas anuncian la salida de la misa, los puestos de tortillas de maíz ardiendo en el tiesto llenan con su olor la plaza.

Zapateando, cruzado de brazos y el otro y saltando, José Oswaldo Calero, el ‘mayordomo’, dirige con cabresto en mano a los disfrazados.

La máscara de diablo huma que lleva puesto impide descubrir su mirada, pero su voz es fuerte y habla emocionado de esta costumbre ancestral. “Nuestros antepasados indígenas han hecho que esta sea una tradición de años, todo por la devoción al Niñito de Isinche”.

La plaza se va llenado con la gente de los barrios vecinos que llegan para disfrutar y bailar con los ‘caporales’, los ‘yumbos’, los ‘negros’, las ‘guarichas’, los ‘montados’, el ‘Rey ángel’ y el ‘embajador’, que al ritmo de la música bailan con una alegría inigualable.

SÍMBOLO. Los trajes representan la tenacidad de la gente que trabaja, que sobrevive cuidando las tierras y sembrando.
SÍMBOLO. Los trajes representan la tenacidad de la gente que trabaja, que sobrevive cuidando las tierras y sembrando.

La jocha
El prioste es el devoto mayor del Niño de Isinche, pues él llega hasta la casa de diferentes familias de La Victoria pidiendo que lo acompañen en esta celebración. Jaime Álvarez, uno de los organizadores, cuenta el proceso de lo que significan las jochas. “Cuando el prioste visita y delega a un compañero para que represente a un personaje no podemos negarnos, el niñito podría castigarnos”.

Así, este ‘actor’ principal tiene que buscar a más integrantes, voluntarios de la comunidad, para formar un grupo considerable que le acompañe el día de la fiesta.

Los tragos

EL DATO
El pilche es una vasija hecha de madera o de la corteza seca de un fruto.“Nuestra bebida es bien elaborada, la preparamos con uva, durazno, frutilla, manzana, diferentes frutas y esencias. Esto hace que el trago salga sabroso, pero procuramos que no sea tan fuerte para poder estar de pie toda la mañana, tarde y noche que dura la conmemoración”, menciona José Suntasig, quien todos los años ha participado en este festejo.

Esta es sin duda –dice– una tradición que es una forma de agradecimiento por estar viviendo una celebración y compartiendo con todos los miembros de la comunidad. José, al mismo tiempo que cuenta el proceso de elaboración de licor, pide al grupo de niñas disfrazadas de mujer indígena que sirvan un trago a todos los que acompañan. Ellas en fila con un pequeño pilche extienden su mano izquierda y muy risueñas repiten: “sírvase”.

PARTICIPANTES. Las ‘guarichas’ fueron guerreras de gestas libertarias.
PARTICIPANTES. Las ‘guarichas’ fueron guerreras de gestas libertarias.

La procesión
Después de que los personajes y las comunidades bailan en la plaza principal, es momento de avanzar por las calles de esta parroquia. La procesión es encabezada por la banda y el prioste mayor, quien lleva en sus brazos al Niño de Isinche.

En este andar, los ‘actores’ nuevamente son ordenados por el mayordomo, además, son queridos y admirados por la gente que los sigue y que en varias ocasiones piden que se detengan para plasmar aquel momento en una fotografía.

EL DATO
La preparación de la fiesta les lleva a los comuneros casi todo el año.Mientras los caballos hacen levantar el polvo de las avenidas de tierra, las palmas, el donaire, las sonrisas y la pasión se mezclan entre toda la multitud y pintan el rostro del prioste mayor, quien guía a todos hasta su casa. “¡Que viva los que acompañan!,

“¡Que viva!, responden bailando junto a las ‘guarichas’ y los ‘caporales’. “¡Que viva el Niño de Isinche!”, nuevamente va gritando con voz fuerte el prioste, mientras a sus manos llega una copa para hacer el brindis y dice: “Dios le pague, Dios le pague”. (MBG/PT)

Antecedentes
° El Niño de Isinche se encuentra en un lugar sagrado desde las colonias aborígenes, al sur occidente del cantón Pujilí (Cotopaxi). La antigüedad de la figura se remonta al siglo XVII. Cuenta la leyenda que en cierta época los pobladores de la zona no tenían provisiones y debían viajar a diferentes sitios para abastecerse. Pero un día un comerciante regresaba a su hogar y trajo algunas cargas sobre el lomo de una mula; si embargo, hubo un momento en el cual el cuadrúpedo se resistió a seguir y reclinó el costal frente a la puerta de la capilla de Isinche. De pronto, el hombre se percató que del costal había caído una bella imagen del niño Jesús, entre tanto el animal desapareció. Creyó que era un milagro y desde entonces es adorada por los feligreses.