Redentores en la papeleta

Kléber Mantilla Cisneros

La sociedad tiene que enfrentar su realidad pese a la manipulación de quienes transitan por el poder. En la última campaña electoral notamos que algunos pretendían posar de redentores y otros, los que van de salida, que asumen un trabajo cumplido. Pero, pocos presentan datos y detalles sobre cómo será su rendición de cuentas. Es fundamental contrastar en cada gobierno seccional los informes expuestos a la Contraloría junto al gasto de obras y los egresos en propaganda. Los ciudadanos de a pie requerimos conocer la mentira política y los interés personales o grupales de tanto candidato.

El ejercicio tradicional de los políticos ha sido sostenerse en el poder con demagogia. De ahí que la herramienta clásica más aplicada siga siendo el engaño populista que se lo difunde acorde a la idiosincrasia de los pueblos. Hemos escuchado y visto los mensajes más ridículos y hasta grotescos para afectar el espíritu humano. Algunos candidatos usaron el mecanismo del miedo, la inseguridad ciudadana, y se apeló al odio para torcer al electorado. Al cierre de la campaña, falta comprobar si el interés colectivo y la redición de cuentas del cargo público fueron incluidos en la mensajería de la tarima.

La falta de empleo fue otra argucia utilizada por los publicistas. Un sombrío entorno cargado de improvisación y el uso abusivo de redes sociales y la telefonía móvil. Sin embargo, la experiencia histórica sigue siendo la interacción con las personas. La hormona de la felicidad, la serotonina, que responde a la química de la realidad cotidiana y abre la posibilidad de esperanza en las nuevas decisiones. Todos queremos un lugar más agradable para vivir y una cultura ciudadana más comprometida con nuestra calle. Una cultura atada a la relación del individuo con su ciudad.

De ahí que las nuevas autoridades tienen la enorme responsabilidad de unir al país y valorar el orden institucional venido a menos por el populismo del pasado. Ellos son el ejemplo del cambio y del nuevo proyecto de país. Un verdadero líder influye y mejora la vida cuando llega al poder. El comportamiento del gobernante e incluso de su foto en la papeleta define también el perfil de su electorado, de nuevas generaciones y subculturas. Más que nunca se impone el sentido de servicio social, la transparencia y honestidad en los actos políticos, desde el primer día de gestión.

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