Los partidos siguen desgranándose

El repentino éxito de la Izquierda Democrática (ID) en las elecciones legislativas de 2021 dio lugar a una interrogante para la que ni sus propios candidatos electos han encontrado una respuesta definitiva: ¿cuál fue la principal causa detrás de ese éxito puntual?

Para algunos de sus miembros se trató de un renacer —tan efectivo como inexplicable— del prestigio del socialismo democrático y de la conciencia partidista entre esos sectores de la población que apoyaron a la ID. Para otros, fue simplemente efecto del ‘arrastre’ del entonces candidato presidencial Xavier Hervas. Así, su desafiliación, el día de ayer, impactará en la legitimidad y solvencia de la bancada del que ahora ya es su ‘expartido’.

La salida de Hervas, el candidato presidencial que en su momento más énfasis hacía en la importancia de la reconciliación, los consensos y la unidad nacional, agudiza el desprestigio del sistema político; es una muestra más del éxodo de elementos sensatos y mesurados que sufren la Asamblea y los partidos.

La crisis de representación se ahonda por una sucesión de eventos desafortunados: la descomposición de la ID —que ya venía desgarrada por sus disputas internas con matices de celo intergeneracional, laxitud ideológica y regionalismo—, el trágico fallecimiento de César Monge, la renuncia de asambleístas protagónicos de otras bancadas —César Rohón, Diego Ordóñez, Fausto Jarrín—, el descalabro de Pachakutik y el silenciamiento de Salvador Quishpe.

Mientras más débiles los partidos y las bancadas, más fuertes los caudillos; sin asambleístas y coordinadores de peso, seguiremos a merced de los ‘hombres duros’ que titiritean el país a su antojo.