¿Y la productividad?

El aumento del salario mínimo es una excelente noticia para muchos.

En lo económico, la medida servirá para aliviar las finanzas de los hogares y dinamizará en algo el consumo, a corto plazo. En lo político, abonará a la paz social en un país tan desigual y le permitirá al presidente Guillermo Lasso y su gobierno cosechar una dosis de simpatía entre los sectores populares. Sin embargo, no se puede ignorar que la medida constituye un mero paliativo, ya que el desarrollo del país requiere una batería de acciones complejas y profundas.

Por décadas, políticos con agenda oculta sembraron en las mentes de los ecuatorianos la mentira de que la pobreza y el subdesarrollo se pueden solucionar con mayor redistribución, de que la riqueza existe está ‘mal repartida’. Esto distrae al debate público de los temas importantes —transferencia de tecnología, innovación, reforma educativa, transformación del marco legal, atracción de inversiones— y desvía la atención de la ciudadanía hacia temas que desatan debates viscerales y aislados —variaciones mínimas en salarios, educación, tributación o legislación laboral—, pero intrascendentes al momento de transformar la estructura económica del país.

Ecuador dista mucho de ser un país desarrollado, posindustrial, en el que la discusión deba centrarse únicamente en redistribución. Nuestra economía llevaba ya cinco años de insignificante crecimiento antes del descomunal golpe de la pandemia, y lo que se requiere es un impulso a la producción local. ¿Cómo vamos a lograrlo?

 

 

 

FRASE DEL DÍA

«Buscar las causas de la pobreza es entrar en un callejón sin salida porque la pobreza no tiene causas. Solo la prosperidad tiene causas.”

Jane Jacobs (1916-2006), urbanista canadiense