Un campesino peruano se enfrenta a los culpables del deshielo de los Andes

AFP

El tenue arrullo del agua que escurre desde el nevado Pastoruri y forma una laguna a 5.000 metros de altura se interrumpe abruptamente por un bramido que remece los andes de Perú. Son bloques de hielo que se desprenden por culpa del calentamiento global.

Saúl Luciano Lliuya, de 34 años, lo sabe bien. Nacido y criado en el pueblo de Llupa, en las serranías de Ancash, en el norte de Perú, este agricultor y guía de alta montaña es testigo permanente del deterioro de sus nevados. Desde su ventana se observa el Churup, de 5.400 metros, al que recuerda coronado de nieve y que hoy parece un viejo calvo con escasos cabellos blancos.

«Es una pena que los glaciares ya no sean los mismos. Estamos perdiendo glaciares por causa del calentamiento global», dice Luciano a la AFP.

Saúl vive con su esposa y sus dos hijos. Se dedica a la agricultura, como sus ancestros. Siembra papa, maíz, quinua, cebada y trigo, así como hierbas aromáticas. Por momentos, y pese a que el sol quema las mejillas, un viento helado trae consigo el aroma a menta y manzanilla de su huerto.