LIMA,
Una ceremonia de destrucción de 2.500 armas ilegales en la que participaba el ministro peruano del Interior, Rómulo Pizarro, tuvo un final accidentado cuando el titular se tiró al suelo para evitar chispazos y llamaradas que surgieron desde el horno de fundición donde eran arrojadas.
No hubo heridos pero los asistentes, entre quienes había autoridades locales y decenas de periodistas, se llevaron un buen susto con el incidente que obligó a suspender la acción impulsada por la municipalidad del Callao.
El ministro minimizó el hecho señalando que su reacción natural fue alejarse de la zona, pero tropezó durante la acción. Explicó que fueron chispazos generados por la grasa de las armas que no significaron mayor peligro.
El responsable peruano instó a quienes «tengan armas en posición ilegal las entreguen y los que precisen renovar sus licencias lo hagan oportunamente antes del 18 de enero» cuando vence la amnistía para quienes poseen armas sin permiso.
En total se destruyeron 2.500 armas de fuego de las cuales 453 fueron entregadas voluntariamente y 2.029 corresponden a armas en mal estado de conservación.
El armamento que fue ingresado al horno de fundición será convertido en utensilios (ollas y cocinas, entre otros) para discapacitados de las fuerzas de seguridad y albergues.
AFP