El espíritu de la ley

Pablo Balarezo

Debe estar investida de justicia, de moral, de ética, para no permitir de ningún modo la impunidad, por eso, se debe garantizar una investigación acuciosa, inteligente para sancionar a los ejecutores del cometimiento de delitos, a responsables, que acondicionaron la corrupción en todas las instituciones del Estado. Procesar a corruptos por un delito menor, dejando de lado otros como: cohecho, enriquecimiento ilícito, peculado, lavado de activos, compra de conciencias, es avalar la impunidad a quienes elaboraron las leyes a su gusto y gana para encubrir una nefasta administración pública desarrollada en diez años de intolerancia, engaño, despilfarro, falsificación, y, uso de documentos falsos; misión siniestra, actividad miserable culpando al pasado, sin reconocer, que el socialismo del siglo XXI solamente ha sido exposición antiacadémica ratificando que: “Lo que marca el fracaso del comunismo no es la caída del Muro de Berlín, en 1989, sino su construcción en 1961.

Era la prueba de que el socialismo real había alcanzado un grado de descomposición tal que se veía obligado a encerrar a los que querían salir para impedirles huir”. Jean Francois Revel. No hay que volver a verse en este espejo maldito, porque es penitencia ineludible de hambre, opresión, miseria del pueblo caminando en dirección contraria a la realidad por la ceguera de la soberbia de líderes opuestos a la lógica elemental. Ya se necesitan palabras sabias ancladas en la razón de educar a los pueblos, para que, no caigan bajo la influencia de delincuentes políticos oportunistas con carisma fascinante, pero, enquistada con corrupción, con cinismo, con impunidad encallada en un mafioso libre albedrío. «Cuando el fanatismo ha gangrenado el cerebro, la enfermedad es casi incurable.” Voltaire.