Danzantes y sahumeriantes recuperan la tradición en Píllaro

Tradición. Los danzantes participan en las fiestas tradicionales en Píllaro.

Con los zapatos enterrados en el lodo, la nariz roja por la corriente fría, unos con los hombros mojados y otros escondidos de la lluvia en pequeños paraguas, habitantes de Huapante Grande se regocijaron por las festividades en honor a la Virgen del Rosario.

Esta celebración propia de Huapante es una de las expresiones culturales de las parroquias y pueblos de Píllaro, en donde su gente disfruta de su memoria histórica, que se niega a morir, al paso de los danzantes que bailan al son de la banda de pueblo.

¿Qué hace un danzante?

Los danzantes de Píllaro más que embajadores de tradición son los guardianes de la paz, suerte y salud de su gente.

Su trabajo durante los tres días de festejo es llevar esta bondad a cada rincón del pueblo, ya que representan al “mismo sol”, como explicó Cristian Satuquinga, danzante.

Satuquinga lleva esta responsabilidad desde que tiene 6 o 7 años y ahora la vive en compañía de su hija, con quien baila durante cada presentación.

Asegura que el ser danzante requiere de corazón y entrega, pues su labor es velar por el bienestar de los demás.

12 prendas tiene el traje de un danzante.

 

El danzante lleva alrededor de 12 prendas coloridas, cada una con un significado especial, como la corona de plumas de pavo real que representa las estrellas y el sol. Para utilizarla los bailarines deben llevar una tela de protección, llamada morrión y que se ubica alrededor de la cabeza y mandíbula para proteger la piel.

Debido al peso del traje, el baile es lento, pero dura aproximadamente 15 minutos, durante los cuales los danzantes llevan en sus manos botellas de licor y palomas vivas a las que les atan billetes como ofrendas para la Virgen del Rosario.

 

El danzante utiliza unos zuecos hechos a mano para bailar.

 

Los danzantes conocen la necesidad de su pueblo, así que entregan de manera indistinta estas palomas con los billetes que van entre 20 y 100 dólares, como símbolo de suerte para los habitantes de Huapante Grande.

 

Trabajo del sahumeriante

Los danzantes bailan en compañía de los sahumeriantes, quienes años antes solían llevar instrumentos. El sahumerista lleva ropas más ligeras y realiza reverencias como solían hacer sus antepasados.

“Mis abuelos, mis padres me han enseñado este baile para quedarnos en lugar de ellos”, afirmó Rodrigo Ushiña, quien durante 15 años ha sido sahumeriante en diferentes zonas de Píllaro.

Esta manifestación cultural es producto del trabajo comunitario de varias generaciones que confeccionan los trajes, cargan los materiales, memorizan tonadas, recrean bailes y comparten alimentos.

En Píllaro las fiestas se cultivan a través de valores en donde los niños aprenden de sus mayores el respeto, la bondad, el amor, pero sobre todo, la responsabilidad de ser parte de una comunidad. (GS)