Atahualpa antes era Chisilata

La iglesia presenta un estilo de construcción moderno.
Centro. La iglesia presenta un estilo de construcción moderno.

Historias por descubrir, vecinos amables y emprendimientos son las características de esta parroquia.

La fundación de esta parroquia es el resultado de la voluntad y trabajo de sus habitantes que desde 1938 comenzaron a gestionar que se eleve a esta denominación al territorio.

Pobladores de los caseríos: Los Tres Juanes, La Concepción, La Victoria, Macasto, Samanga bajo, El Pisque y Chipasalata, se ponen de acuerdo en las fiestas de las octavas y proponen su separación de Izamba y la creación de esta nueva parroquia.

Se forma una comisión con representantes de los caseríos, estos por miedo a la represión deciden que las reuniones será a la hora de la misa para así no levantar sospecha.

En 1939 la comisión decide que la parroquia se llame Atahualpa en honor a las leyendas donde se dice que Atahualpa llegaba hasta el lugar para bañarse y recargarse de energía con el agua proveniente de la loma de Macasto.

Atahualpa, conocida también como Chisilata, es nombrada en la enciclopedia de la Historia de la Provincia de Tungurahua de Julio Castillo, pues se dice que este fue un importante centro religioso pre inca.

“Asentada en las faldas del Saguatoa, en aquellos tiempos debió haber sido un centro religioso, quizá provisto de un adoratorio, donde se rendía culto al creador de las cosas y los seres”, citó Castillo.

El historiador, además, contó que este centro religioso perdió su importancia cuando el conquistador Inca desbarató toda la cultura de los pueblos que habitaron las tierra de Hambato.

Vivir tranquilo

Alejandra Rodríguez tiene 30 años y hace poco se mudó al sector, ella dice que escogió la parroquia por su tranquilidad y disponibilidad de servicios.

“Está cerca del centro, además es muy cómodo vivir aquí, hay transporte continuo, tiendas y restaurantes, si no fuera porque tengo que ir al trabajo no tendría necesidad de ir al centro de la ciudad”, comentó.

La parroquia en los últimos años ha crecido a un ritmo acelerado, incluso existen complejos recreativos. “Es un espacio bonito donde pueden crecer los niños, para nosotros vivir aquí es una bendición”, aseguró.

Además, esta parroquia es reconocida por los cuyes y conejos asados que se pueden encontrar en los restaurantes de la zona.

Las picanterías son muy conocidas y con muchos años de tradición.