Quito se descubre a los ojos de los visitantes

Son las seis en punto de la tarde y un grupo de cucuruchos, se abre paso entre el grupo hombres mujeres y nis- que se alista para reconocer parte de la ciudad.

Su figura espeluznante y el tar casi lloriqueante de las campanillas que llevan causa miedo entre los menores, uno de ellos llega al borde el espanto cuando el mismimo diablo se presenta como nuestro gu. Lucifer, Luzbel y no se cutos nombres m, enfundado en un traje negro impecable incluido una amplia capa y bast, nos reta a soportar el intenso fr que reina en la ciudad y a hacer un balance sobre lo que sabemos de nuestra ciudad.

Nuestra primera parada es la iglesia de La Compaa. Las preguntas vienen unas tras otras. Las respuestas dubitativas, dejan mal parados a los excursionistas.

El diablo, con la sabidur que le corresponde a un gel cao hace una lectura de la fachada del templo jesuita, una obra de filigrana en piedra, que en cada una de sus detalles encierra la historia de una ciudad, sus habitantes y la orden religiosa.

El mejor templo

La iglesia construida seg los cones de las iglesias basilicales, con planta arquitectica de perfecto clasicismo italiano y con una fachada ica
La piedra que se utilizen este templo, consagrado a San Ignacio de proviene de las canteras del Pichincha, de Pomasqui, Ptag y Toltag, en las faldas del Antisana.

A los ojos atentos de nuestro infernal gu no pasan desapercibidos los santos, sbolos, geles, columnas y otros detalles que conforman este gran retablo exterior que es la fachada de La Compaa y que muy pocas veces lo apreciamos en su magnitud.

Una hora despu la «lectura» concluye. Hemos abierto los ojos para admirar una de las maravillas de Quito y como lo afirma un crico espal «el mejor templo jesuico del mundo».

Historias que abundan

Nos enfilamos por la calle Sucre hacia San Francisco. El diablo ha conquistado al ni temeroso, que ahora camina casi junto a , guardando la distancia prudencial de unos pocos pasos.

En San Francisco un «chulla quite» nos recibe todo galante. Las historias sobre la ciudad y sus gentes abundan, pero no estcontento con ser un cuentista m, quiere ratificar que a pesar del modernismo que hemos asumido, somos gente con una poderosa imaginaci.

El fr nos cala los huesos. Chulla y diablo nos gun hasta el Hotel Real Audiencia en donde nos espera una humeante taza de chocolate, acompada de queso, quesadillas, mocaibas y otras delicias propias del Quito antiguo. La jornada ha concluido. (LPE)

Recomendaciones:

Asistir con ropa abrigada y zapatos codos.

Los cupos para los recorridos son limitados.

Reservaciones a los telonos: 226 9904, 226 0253 y 228 9506