BBC.
El parto empezó a complicarse tanto que el sudafricano Kurt de Cramer decidió hacerle una cesárea a su perra lobero irlandés: el animal mostraba signos de angustia y esfuerzo abdominal prolongado.
Se trataba en realidad de un procedimiento rutinario, pero había algo en este parto que era distinto. Cuando empezó la operación, Cramer se dio cuenta de que la perra tenía un abultamiento inusual en su útero y pensó que se debía a un exceso del fluido que rodeaba al feto. Pero cuando, con mucha paciencia, De Cramer extrajo su feto haciendo una incisión en el útero del animal, encontró no un cachorrito, sino dos, unidos a la misma placenta mediante sus cordones umbilicales.
«Cuando me di cuenta que los cachorritos eran del mismo sexo y que tenía marcas muy similares, inmediatamente sospeché que se debía tratar de gemelos que se habían originado de la división de un embrión», apuntó Cramer.
Nada igual
No hubo tiempo a detenerse y maravillarse por este descubrimiento, pues todavía le tocaba sacar a otros cinco que aparecieron en el útero de la madre con sus propias placentas dispuestas en fila.
Inmediatamente después de concluir la operación, llamó a los especialistas en reproducción a Carolynne Joone de la Universidad James Cook de Townsville, Australia, y a Johan Nöthling de la Universidad de Pretoria en Sudáfrica para confirmar sus sospechas.
El equipo realizó análisis de sangre a los gemelos cuando tenían dos semanas, pero unos días más tarde les volvieron a tomar muestras de ADN de su tejido
En los dos exámenes confirmaron lo que Cramer sospechó desde el principio: la perra había dado a luz a dos cachorros genéticamente idénticos.