Regir los pueblos con rectitud

Jesús Muñoz Diez

Según Fernando Rielo, Jesucristo, el más grande filósofo, metafísico y pedagogo de la historia humana, eleva la política a ciencia del espíritu. Es por ello que el Maestro asegura que toda autoridad viene de Dios. El ejercicio de la política no puede tener, por tanto, otra finalidad que el bien común de todos, mediante la rectitud sicoética del gobernante como el primer servidor de los que son regidos por él.

¿Cuáles son las principales causas de todos los conflictos que estamos presenciando en la política actualmente? ¿Por qué se ha desprestigiado tanto la función política en el mundo? ¿A qué es debido el enfrentamiento desmedido entre esos supuestos “servidores del bien común” de los pueblos?

Respuestas satisfactorias a estas y otras muchas preguntas que se hace la gente más sencilla requiere un espacio mayor que este. No obstante, ponemos en consideración un punto de partida para iniciar el análisis de alguna solución al problema: la educación se ha estancado en el conocimiento racional neuro-científico que hace referencia solo a lo que la capacidad cerebral humana puede alcanzar. No estamos teniendo en cuenta que por encima de ese conocimiento está la sabiduría y la visión, con un espíritu inteligente, santo, único, multiforme, sutil, ágil, perpicaz,… que constata lo que Cristo nos asegura: que el Reino de Dios está entre nosotros. Con él sí se puede regir un pueblo con rectitud.

La política, como ciencia del espíritu, requiere que aquellos que la ejercen tengan el calificativo de filósofos, amantes de la sabiduría propia del espíritu inteligente que tiene la visión clara de que el Reino de Dios está entre nosotros. Abramos el diálogo.

[email protected]

Jesús Muñoz Diez

Según Fernando Rielo, Jesucristo, el más grande filósofo, metafísico y pedagogo de la historia humana, eleva la política a ciencia del espíritu. Es por ello que el Maestro asegura que toda autoridad viene de Dios. El ejercicio de la política no puede tener, por tanto, otra finalidad que el bien común de todos, mediante la rectitud sicoética del gobernante como el primer servidor de los que son regidos por él.

¿Cuáles son las principales causas de todos los conflictos que estamos presenciando en la política actualmente? ¿Por qué se ha desprestigiado tanto la función política en el mundo? ¿A qué es debido el enfrentamiento desmedido entre esos supuestos “servidores del bien común” de los pueblos?

Respuestas satisfactorias a estas y otras muchas preguntas que se hace la gente más sencilla requiere un espacio mayor que este. No obstante, ponemos en consideración un punto de partida para iniciar el análisis de alguna solución al problema: la educación se ha estancado en el conocimiento racional neuro-científico que hace referencia solo a lo que la capacidad cerebral humana puede alcanzar. No estamos teniendo en cuenta que por encima de ese conocimiento está la sabiduría y la visión, con un espíritu inteligente, santo, único, multiforme, sutil, ágil, perpicaz,… que constata lo que Cristo nos asegura: que el Reino de Dios está entre nosotros. Con él sí se puede regir un pueblo con rectitud.

La política, como ciencia del espíritu, requiere que aquellos que la ejercen tengan el calificativo de filósofos, amantes de la sabiduría propia del espíritu inteligente que tiene la visión clara de que el Reino de Dios está entre nosotros. Abramos el diálogo.

[email protected]

Jesús Muñoz Diez

Según Fernando Rielo, Jesucristo, el más grande filósofo, metafísico y pedagogo de la historia humana, eleva la política a ciencia del espíritu. Es por ello que el Maestro asegura que toda autoridad viene de Dios. El ejercicio de la política no puede tener, por tanto, otra finalidad que el bien común de todos, mediante la rectitud sicoética del gobernante como el primer servidor de los que son regidos por él.

¿Cuáles son las principales causas de todos los conflictos que estamos presenciando en la política actualmente? ¿Por qué se ha desprestigiado tanto la función política en el mundo? ¿A qué es debido el enfrentamiento desmedido entre esos supuestos “servidores del bien común” de los pueblos?

Respuestas satisfactorias a estas y otras muchas preguntas que se hace la gente más sencilla requiere un espacio mayor que este. No obstante, ponemos en consideración un punto de partida para iniciar el análisis de alguna solución al problema: la educación se ha estancado en el conocimiento racional neuro-científico que hace referencia solo a lo que la capacidad cerebral humana puede alcanzar. No estamos teniendo en cuenta que por encima de ese conocimiento está la sabiduría y la visión, con un espíritu inteligente, santo, único, multiforme, sutil, ágil, perpicaz,… que constata lo que Cristo nos asegura: que el Reino de Dios está entre nosotros. Con él sí se puede regir un pueblo con rectitud.

La política, como ciencia del espíritu, requiere que aquellos que la ejercen tengan el calificativo de filósofos, amantes de la sabiduría propia del espíritu inteligente que tiene la visión clara de que el Reino de Dios está entre nosotros. Abramos el diálogo.

[email protected]

Jesús Muñoz Diez

Según Fernando Rielo, Jesucristo, el más grande filósofo, metafísico y pedagogo de la historia humana, eleva la política a ciencia del espíritu. Es por ello que el Maestro asegura que toda autoridad viene de Dios. El ejercicio de la política no puede tener, por tanto, otra finalidad que el bien común de todos, mediante la rectitud sicoética del gobernante como el primer servidor de los que son regidos por él.

¿Cuáles son las principales causas de todos los conflictos que estamos presenciando en la política actualmente? ¿Por qué se ha desprestigiado tanto la función política en el mundo? ¿A qué es debido el enfrentamiento desmedido entre esos supuestos “servidores del bien común” de los pueblos?

Respuestas satisfactorias a estas y otras muchas preguntas que se hace la gente más sencilla requiere un espacio mayor que este. No obstante, ponemos en consideración un punto de partida para iniciar el análisis de alguna solución al problema: la educación se ha estancado en el conocimiento racional neuro-científico que hace referencia solo a lo que la capacidad cerebral humana puede alcanzar. No estamos teniendo en cuenta que por encima de ese conocimiento está la sabiduría y la visión, con un espíritu inteligente, santo, único, multiforme, sutil, ágil, perpicaz,… que constata lo que Cristo nos asegura: que el Reino de Dios está entre nosotros. Con él sí se puede regir un pueblo con rectitud.

La política, como ciencia del espíritu, requiere que aquellos que la ejercen tengan el calificativo de filósofos, amantes de la sabiduría propia del espíritu inteligente que tiene la visión clara de que el Reino de Dios está entre nosotros. Abramos el diálogo.

[email protected]