Por: Dayana Granda
Estudiante de la Escuela
de Comunicación de la PUCE-SD
En la ‘Ciudad Perdida’ del cantón La Concordia, en una pequeña casa encontramos a Carmen Moreira Ferrín, de 79 años, padece de discapacidad visual. Vive con Martha Barberán, una de sus hijas.
Para lograr sostenerse y solventar los gastos médicos que su madre requiere, Martha se dedica a la venta informal de yuca y maní, trabajo que no lo hace con regularidad, porque su progenitora necesita de muchos cuidados.
Además de la ceguera, frecuentemente Carmen se ve afectada por ataques de asma, problemas de reumatismo y anemia. Debe asistir a consultas médicas y realizarse exámenes constantemente. “Cuando no tengo dinero ni siquiera para el pasaje y debo llevarla obligadamente en un triciclo hasta el subcentro de salud”, comentó Martha.
Anteriormente contaban con la ayuda del esposo de Carmen, pero falleció, lo que también aportó para que ella recaiga en sus enfermedades.
Ayuda
A más de los problemas económicos y enfermedades, se suma el mal estado de la vivienda. Necesita ser adaptada para una persona de la tercera edad y algunas remodelaciones, la mayor parte es de caña.
Carmen requiere tener una alimentación equilibrada, para vencer la anemia aguda de la cual padece, pero el dinero no alcanza para comprar medicamentos ni comida.
Actualmente Carmen es beneficiaria de 100 dólares mensuales, del bono de desarrollo humano, convirtiéndose en el único ingreso seguro que tienen y vive con miedo de perderlo, porque conocen de personas que han dejado de recibir este beneficio.
En Ecuador, 270. 000 adultos mayores reciben el subsidio de $100 cada mes según el Ministerio de Inclusión Económica y Social (MIES).
El dato
Las dos mujeres viven sola y necesitan de una mano amiga.