Una casa que se abre desde el corazón

ESPACIO. El patio central de la casa recibe a los visitantes con una estatua de la Virgen María.
ESPACIO. El patio central de la casa recibe a los visitantes con una estatua de la Virgen María.

Por Susana Freire García

Tras una hermosa puerta de metal puede observarse la imagen de la Virgen María, que custodia con amor maternal el ingreso a la Casa Provincial de las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl, ubicada en las calles Bolívar e Imbabura, en pleno centro de Quito.

Este espacio emblemático y patrimonial, que alberga a las religiosas desde hace 150 años, se abre por primera vez al público con motivo de la celebración del Año Jubilar, a través de una casa abierta a la que podrá accederse los días 27 de cada mes, de manera gratuita, hasta agosto.

Los asistentes pueden conocer de primera mano la historia de la comunidad religiosa y su aporte a la sociedad ecuatoriana desde finales del siglo XIX hasta hoy.

De París a Quito

Durante su primera presidencia (1861), el entonces mandatario Gabriel García Moreno inició los trámites mediante sus delegados civiles y eclesiásticos, para traer a las Hijas de la Caridad desde París, con el objetivo de que se hiciesen cargo de la administración de los hospitales públicos.

La escasez de fondos económicos retrasó por algunos años su llegada al país, hasta que en 1869 se aprobó legalmente el arribo de dos grupos de Hermanas de la Caridad, uno para encargarse de los hospitales civiles y militares de Guayaquil, y el otro para que trabajase en el Hospital San Juan de Dios, en Quito.

Tras varios meses de viaje en barco, las hermanas llegaron a Guayaquil en 1870, donde fueron recibidas por Rosario García Moreno, hermana del presidente.

Acompañadas de una comitiva, varias religiosas, encabezadas por Sor Florine Hernu, primera visitadora en Ecuador, se trasladaron a Quito en medio de las dificultades propias de la época.

ESPACIO. El patio central de la casa recibe a los visitantes con una estatua de la Virgen María.
ESPACIO. El patio central de la casa recibe a los visitantes con una estatua de la Virgen María.

Tras un recorrido de 15 días, arribaron a la capital el 4 de septiembre del mismo año, y se acomodaron directamente en la casa que habitan en la actualidad, que fue donada por la señora Virginia Klinger, quien compró a los franciscanos el terreno para su construcción.

Al día siguiente de su llegada a Quito, visitaron al presidente García Moreno, quien confirmó el beneplácito que sentía al otorgarles el manejo de los hospitales y las escuelas de niños pobres.

Legado

Poner en marcha un proyecto investigativo no es tarea sencilla. Bien lo sabe Sor Nancy Brito, quien ha estado a la cabeza de la organización de la casa abierta.

Para el recorrido, se diseñó una línea del tiempo mediante la que se puede conocer desde los orígenes de la comunidad religiosa (1636), pasando por fuentes documentales y fotográficas, hasta las obras actuales en las que trabajan las religiosas en varias ciudades del país.

TOME NOTA
Para reservas, comuníquese con Sor Inés Arévalo (0999116504) o con Sor Norma Patiño (0981426114).
En esta aventura, Brito ha contado con una gran aliada: Sor Inés Arévalo, quien se dedicó a investigar por largo tiempo en los fondos documentales de la biblioteca Aurelio Espinosa Pólit, a fin de recolectar el material necesario que sirviese de sustento histórico para tal empresa.

Mas, nada de esto sería posible sin el apoyo y la dirección de Sor Ana María Maldonado, visitadora provincial, quien comenta que, así como en el pasado las Hijas de la Caridad aportaron con sus conocimientos traídos desde Europa, en la actualidad ese legado sigue vigente en los diversos campos en los que se desenvuelven las religiosas: salud, educación, hogares de niños y ancianos, servicios misioneros en el Oriente, misiones itinerantes en Huaquillas, etc., teniendo como lema de vida servir siempre a los más necesitados, a los seres humanos que viven en condiciones de marginalidad y abandono

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