Sabrina Duque, desde la boca del volcán

AUTORA. Es periodista, traductora e intérprete. Reside en Nicaragua.
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AUTORA. Es periodista, traductora e intérprete. Reside en Nicaragua.
AUTORA. Es periodista, traductora e intérprete. Reside en Nicaragua.
AUTORA. Es periodista, traductora e intérprete. Reside en Nicaragua.
AUTORA. Es periodista, traductora e intérprete. Reside en Nicaragua.

POR ABRIL ALTAMIRANO

Al ingresar al campo minado que son las crónicas de ‘Volcánica’, es inevitable recordar la conocida frase de Alexander Humboldt que repiten, generación tras generación, las profesoras de primaria: “Los ecuatorianos son seres raros y únicos: duermen tranquilos en medio de crujientes volcanes, viven pobres en medio de incomparables riquezas y se alegran con música triste”.

La primera impresión que suscita el libro de Sabrina Duque es que Nicaragua se parece mucho a Ecuador.

El lector se asoma a la boca de infiernos que pasan desapercibidos cuando son anunciados en los noticieros, pero están ahí: en la pobreza, la injusticia e indiferencia de los poderosos.

Erupciones en cadena, el Cinturón de Fuego ardiendo, rompiéndose. La poderosa metáfora que Duque, nacida en Guayaquil, utiliza para mostrarle al mundo la crisis social que se destapó en Nicaragua el 18 de abril de 2018 describe, también, a Latinoamérica a fines de 2019.

El viaje
Durante la Feria Internacional del Libro de Quito, la autora presentó el resultado de una aventura que la llevó a escenarios por completo inesperados.

Cuando recibió la Beca Michael Jacobs de Crónica Viajera 2018, otorgada por la Fundación Gabo, su proyecto era explorar “el amor suicida” de los nicaragüenses por sus volcanes. Gente que dejó huellas milenarias en la lava, que sobrevive a la furia de la tierra y vuelve a asentarse sobre las cenizas.

A medio camino, el estallido del pueblo rompió la cotidianidad pasiva en este país acostumbrado al tremor de los volcanes.

En su corta visita a Ecuador, una de sus tantas patrias y el lugar donde todo comenzó, Duque volvió sobre sus pasos por los caminos, encuentros, tragedias y dichas que le ha dado la escritura. Un viaje que encierra cientos de historias.

POR ABRIL ALTAMIRANO

Al ingresar al campo minado que son las crónicas de ‘Volcánica’, es inevitable recordar la conocida frase de Alexander Humboldt que repiten, generación tras generación, las profesoras de primaria: “Los ecuatorianos son seres raros y únicos: duermen tranquilos en medio de crujientes volcanes, viven pobres en medio de incomparables riquezas y se alegran con música triste”.

La primera impresión que suscita el libro de Sabrina Duque es que Nicaragua se parece mucho a Ecuador.

El lector se asoma a la boca de infiernos que pasan desapercibidos cuando son anunciados en los noticieros, pero están ahí: en la pobreza, la injusticia e indiferencia de los poderosos.

Erupciones en cadena, el Cinturón de Fuego ardiendo, rompiéndose. La poderosa metáfora que Duque, nacida en Guayaquil, utiliza para mostrarle al mundo la crisis social que se destapó en Nicaragua el 18 de abril de 2018 describe, también, a Latinoamérica a fines de 2019.

El viaje
Durante la Feria Internacional del Libro de Quito, la autora presentó el resultado de una aventura que la llevó a escenarios por completo inesperados.

Cuando recibió la Beca Michael Jacobs de Crónica Viajera 2018, otorgada por la Fundación Gabo, su proyecto era explorar “el amor suicida” de los nicaragüenses por sus volcanes. Gente que dejó huellas milenarias en la lava, que sobrevive a la furia de la tierra y vuelve a asentarse sobre las cenizas.

A medio camino, el estallido del pueblo rompió la cotidianidad pasiva en este país acostumbrado al tremor de los volcanes.

En su corta visita a Ecuador, una de sus tantas patrias y el lugar donde todo comenzó, Duque volvió sobre sus pasos por los caminos, encuentros, tragedias y dichas que le ha dado la escritura. Un viaje que encierra cientos de historias.

POR ABRIL ALTAMIRANO

Al ingresar al campo minado que son las crónicas de ‘Volcánica’, es inevitable recordar la conocida frase de Alexander Humboldt que repiten, generación tras generación, las profesoras de primaria: “Los ecuatorianos son seres raros y únicos: duermen tranquilos en medio de crujientes volcanes, viven pobres en medio de incomparables riquezas y se alegran con música triste”.

La primera impresión que suscita el libro de Sabrina Duque es que Nicaragua se parece mucho a Ecuador.

El lector se asoma a la boca de infiernos que pasan desapercibidos cuando son anunciados en los noticieros, pero están ahí: en la pobreza, la injusticia e indiferencia de los poderosos.

Erupciones en cadena, el Cinturón de Fuego ardiendo, rompiéndose. La poderosa metáfora que Duque, nacida en Guayaquil, utiliza para mostrarle al mundo la crisis social que se destapó en Nicaragua el 18 de abril de 2018 describe, también, a Latinoamérica a fines de 2019.

El viaje
Durante la Feria Internacional del Libro de Quito, la autora presentó el resultado de una aventura que la llevó a escenarios por completo inesperados.

Cuando recibió la Beca Michael Jacobs de Crónica Viajera 2018, otorgada por la Fundación Gabo, su proyecto era explorar “el amor suicida” de los nicaragüenses por sus volcanes. Gente que dejó huellas milenarias en la lava, que sobrevive a la furia de la tierra y vuelve a asentarse sobre las cenizas.

A medio camino, el estallido del pueblo rompió la cotidianidad pasiva en este país acostumbrado al tremor de los volcanes.

En su corta visita a Ecuador, una de sus tantas patrias y el lugar donde todo comenzó, Duque volvió sobre sus pasos por los caminos, encuentros, tragedias y dichas que le ha dado la escritura. Un viaje que encierra cientos de historias.

POR ABRIL ALTAMIRANO

Al ingresar al campo minado que son las crónicas de ‘Volcánica’, es inevitable recordar la conocida frase de Alexander Humboldt que repiten, generación tras generación, las profesoras de primaria: “Los ecuatorianos son seres raros y únicos: duermen tranquilos en medio de crujientes volcanes, viven pobres en medio de incomparables riquezas y se alegran con música triste”.

La primera impresión que suscita el libro de Sabrina Duque es que Nicaragua se parece mucho a Ecuador.

El lector se asoma a la boca de infiernos que pasan desapercibidos cuando son anunciados en los noticieros, pero están ahí: en la pobreza, la injusticia e indiferencia de los poderosos.

Erupciones en cadena, el Cinturón de Fuego ardiendo, rompiéndose. La poderosa metáfora que Duque, nacida en Guayaquil, utiliza para mostrarle al mundo la crisis social que se destapó en Nicaragua el 18 de abril de 2018 describe, también, a Latinoamérica a fines de 2019.

El viaje
Durante la Feria Internacional del Libro de Quito, la autora presentó el resultado de una aventura que la llevó a escenarios por completo inesperados.

Cuando recibió la Beca Michael Jacobs de Crónica Viajera 2018, otorgada por la Fundación Gabo, su proyecto era explorar “el amor suicida” de los nicaragüenses por sus volcanes. Gente que dejó huellas milenarias en la lava, que sobrevive a la furia de la tierra y vuelve a asentarse sobre las cenizas.

A medio camino, el estallido del pueblo rompió la cotidianidad pasiva en este país acostumbrado al tremor de los volcanes.

En su corta visita a Ecuador, una de sus tantas patrias y el lugar donde todo comenzó, Duque volvió sobre sus pasos por los caminos, encuentros, tragedias y dichas que le ha dado la escritura. Un viaje que encierra cientos de historias.

TRAYECTORIA. Ha escrito para editoriales y periódicos de Portugal, Brasil, Italia, EE.UU. y Uruguay.
TRAYECTORIA. Ha escrito para editoriales y periódicos de Portugal, Brasil, Italia, EE.UU. y Uruguay.
TRAYECTORIA. Ha escrito para editoriales y periódicos de Portugal, Brasil, Italia, EE.UU. y Uruguay.
TRAYECTORIA. Ha escrito para editoriales y periódicos de Portugal, Brasil, Italia, EE.UU. y Uruguay.
TRAYECTORIA. Ha escrito para editoriales y periódicos de Portugal, Brasil, Italia, EE.UU. y Uruguay.
TRAYECTORIA. Ha escrito para editoriales y periódicos de Portugal, Brasil, Italia, EE.UU. y Uruguay.
TRAYECTORIA. Ha escrito para editoriales y periódicos de Portugal, Brasil, Italia, EE.UU. y Uruguay.
TRAYECTORIA. Ha escrito para editoriales y periódicos de Portugal, Brasil, Italia, EE.UU. y Uruguay.

***

En la crónica ‘Casita. Vivir sobre tus muertos’, al hablar de la sicóloga que ayuda a los damnificados, comentas de ella que “sabe lo importante que es escuchar a las personas y hacerlas sentir valiosas”. Por ahí va, también, tu trabajo.Empecé en el periodismo de diario, que es sumamente necesario, pero todo sucede con una velocidad impresionante. Ves a una persona hoy, hablas con ella cinco minutos y sales corriendo a hacer tu nota, pero en realidad no la has escuchado.

Cuando comencé a ser cronista me di el lujo de dedicarme a una persona durante meses, para entenderla. Pasan cosas súper lindas, otras que son muy tristes, pero siempre es tender puentes con la gente.

Mi bandera es la empatía; la gente me está dedicando su tiempo, abriéndome su corazón, me está contando cosas muy íntimas. Hay que ser delicado con alguien que está siendo tan considerado contigo.

***

Duque no salió en busca de la tragedia. Más bien, se encontró con ella y decidió no ignorarla.

Luego de varios años trabajando como redactora y editora en un medio local, decidió ‘tomar al toro por los cuernos’. Entre risas, recuerda que fue a través de insistentes mensajes de Facebook que logró convencer a Julio Villanueva Chang, editor de la revista Etiqueta Negra, de darle una oportunidad a sus historias.

“Mi maestría y mi doctorado en crónica fue Etiqueta Negra”, dice. Durante sus primeros años en el exterior, vivió la etapa que hoy recuerda con más añoranza de su carrera.

Su prueba de fuego fue el texto ‘Cristiano Ronaldo, discípulo humilde’ (2012), en el que conversó con Aurelio Pereira, maestro del crack portugués, quien le presentó al niño y al hombre detrás de la imagen mediática del jugador: “Fue un descubrimiento, el darme cuenta de que tenía que revisar mis prejuicios frente a todo”.

Entre sus estancias en Portugal y Brasil, surgieron perfiles memorables que recuerda con cariño y orgullo, como ‘Pessoa, su estatua y la Coca-Cola’ (2013) y ‘Vasco Pimentel: el oidor’ (2015), con el que llegó a finalista del Premio García Márquez de Periodismo.

En 2015, la peor catástrofe minera de la historia -sucedida en Minas Gerais, Brasil- le abrió los ojos a otro mundo, mucho menos alegre, que debía ser contado. Así nació ‘Lama’ (2017), su primer libro.

***

En la crónica ‘Casita. Vivir sobre tus muertos’, al hablar de la sicóloga que ayuda a los damnificados, comentas de ella que “sabe lo importante que es escuchar a las personas y hacerlas sentir valiosas”. Por ahí va, también, tu trabajo.Empecé en el periodismo de diario, que es sumamente necesario, pero todo sucede con una velocidad impresionante. Ves a una persona hoy, hablas con ella cinco minutos y sales corriendo a hacer tu nota, pero en realidad no la has escuchado.

Cuando comencé a ser cronista me di el lujo de dedicarme a una persona durante meses, para entenderla. Pasan cosas súper lindas, otras que son muy tristes, pero siempre es tender puentes con la gente.

Mi bandera es la empatía; la gente me está dedicando su tiempo, abriéndome su corazón, me está contando cosas muy íntimas. Hay que ser delicado con alguien que está siendo tan considerado contigo.

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Duque no salió en busca de la tragedia. Más bien, se encontró con ella y decidió no ignorarla.

Luego de varios años trabajando como redactora y editora en un medio local, decidió ‘tomar al toro por los cuernos’. Entre risas, recuerda que fue a través de insistentes mensajes de Facebook que logró convencer a Julio Villanueva Chang, editor de la revista Etiqueta Negra, de darle una oportunidad a sus historias.

“Mi maestría y mi doctorado en crónica fue Etiqueta Negra”, dice. Durante sus primeros años en el exterior, vivió la etapa que hoy recuerda con más añoranza de su carrera.

Su prueba de fuego fue el texto ‘Cristiano Ronaldo, discípulo humilde’ (2012), en el que conversó con Aurelio Pereira, maestro del crack portugués, quien le presentó al niño y al hombre detrás de la imagen mediática del jugador: “Fue un descubrimiento, el darme cuenta de que tenía que revisar mis prejuicios frente a todo”.

Entre sus estancias en Portugal y Brasil, surgieron perfiles memorables que recuerda con cariño y orgullo, como ‘Pessoa, su estatua y la Coca-Cola’ (2013) y ‘Vasco Pimentel: el oidor’ (2015), con el que llegó a finalista del Premio García Márquez de Periodismo.

En 2015, la peor catástrofe minera de la historia -sucedida en Minas Gerais, Brasil- le abrió los ojos a otro mundo, mucho menos alegre, que debía ser contado. Así nació ‘Lama’ (2017), su primer libro.

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En la crónica ‘Casita. Vivir sobre tus muertos’, al hablar de la sicóloga que ayuda a los damnificados, comentas de ella que “sabe lo importante que es escuchar a las personas y hacerlas sentir valiosas”. Por ahí va, también, tu trabajo.Empecé en el periodismo de diario, que es sumamente necesario, pero todo sucede con una velocidad impresionante. Ves a una persona hoy, hablas con ella cinco minutos y sales corriendo a hacer tu nota, pero en realidad no la has escuchado.

Cuando comencé a ser cronista me di el lujo de dedicarme a una persona durante meses, para entenderla. Pasan cosas súper lindas, otras que son muy tristes, pero siempre es tender puentes con la gente.

Mi bandera es la empatía; la gente me está dedicando su tiempo, abriéndome su corazón, me está contando cosas muy íntimas. Hay que ser delicado con alguien que está siendo tan considerado contigo.

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Duque no salió en busca de la tragedia. Más bien, se encontró con ella y decidió no ignorarla.

Luego de varios años trabajando como redactora y editora en un medio local, decidió ‘tomar al toro por los cuernos’. Entre risas, recuerda que fue a través de insistentes mensajes de Facebook que logró convencer a Julio Villanueva Chang, editor de la revista Etiqueta Negra, de darle una oportunidad a sus historias.

“Mi maestría y mi doctorado en crónica fue Etiqueta Negra”, dice. Durante sus primeros años en el exterior, vivió la etapa que hoy recuerda con más añoranza de su carrera.

Su prueba de fuego fue el texto ‘Cristiano Ronaldo, discípulo humilde’ (2012), en el que conversó con Aurelio Pereira, maestro del crack portugués, quien le presentó al niño y al hombre detrás de la imagen mediática del jugador: “Fue un descubrimiento, el darme cuenta de que tenía que revisar mis prejuicios frente a todo”.

Entre sus estancias en Portugal y Brasil, surgieron perfiles memorables que recuerda con cariño y orgullo, como ‘Pessoa, su estatua y la Coca-Cola’ (2013) y ‘Vasco Pimentel: el oidor’ (2015), con el que llegó a finalista del Premio García Márquez de Periodismo.

En 2015, la peor catástrofe minera de la historia -sucedida en Minas Gerais, Brasil- le abrió los ojos a otro mundo, mucho menos alegre, que debía ser contado. Así nació ‘Lama’ (2017), su primer libro.

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En la crónica ‘Casita. Vivir sobre tus muertos’, al hablar de la sicóloga que ayuda a los damnificados, comentas de ella que “sabe lo importante que es escuchar a las personas y hacerlas sentir valiosas”. Por ahí va, también, tu trabajo.Empecé en el periodismo de diario, que es sumamente necesario, pero todo sucede con una velocidad impresionante. Ves a una persona hoy, hablas con ella cinco minutos y sales corriendo a hacer tu nota, pero en realidad no la has escuchado.

Cuando comencé a ser cronista me di el lujo de dedicarme a una persona durante meses, para entenderla. Pasan cosas súper lindas, otras que son muy tristes, pero siempre es tender puentes con la gente.

Mi bandera es la empatía; la gente me está dedicando su tiempo, abriéndome su corazón, me está contando cosas muy íntimas. Hay que ser delicado con alguien que está siendo tan considerado contigo.

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Duque no salió en busca de la tragedia. Más bien, se encontró con ella y decidió no ignorarla.

Luego de varios años trabajando como redactora y editora en un medio local, decidió ‘tomar al toro por los cuernos’. Entre risas, recuerda que fue a través de insistentes mensajes de Facebook que logró convencer a Julio Villanueva Chang, editor de la revista Etiqueta Negra, de darle una oportunidad a sus historias.

“Mi maestría y mi doctorado en crónica fue Etiqueta Negra”, dice. Durante sus primeros años en el exterior, vivió la etapa que hoy recuerda con más añoranza de su carrera.

Su prueba de fuego fue el texto ‘Cristiano Ronaldo, discípulo humilde’ (2012), en el que conversó con Aurelio Pereira, maestro del crack portugués, quien le presentó al niño y al hombre detrás de la imagen mediática del jugador: “Fue un descubrimiento, el darme cuenta de que tenía que revisar mis prejuicios frente a todo”.

Entre sus estancias en Portugal y Brasil, surgieron perfiles memorables que recuerda con cariño y orgullo, como ‘Pessoa, su estatua y la Coca-Cola’ (2013) y ‘Vasco Pimentel: el oidor’ (2015), con el que llegó a finalista del Premio García Márquez de Periodismo.

En 2015, la peor catástrofe minera de la historia -sucedida en Minas Gerais, Brasil- le abrió los ojos a otro mundo, mucho menos alegre, que debía ser contado. Así nació ‘Lama’ (2017), su primer libro.

OBRA. ‘Volcánica’ recibió el Premio José Peralta a la Crónica 2019, entregado por el Municipio de Quito.
OBRA. ‘Volcánica’ recibió el Premio José Peralta a la Crónica 2019, entregado por el Municipio de Quito.
OBRA. ‘Volcánica’ recibió el Premio José Peralta a la Crónica 2019, entregado por el Municipio de Quito.
OBRA. ‘Volcánica’ recibió el Premio José Peralta a la Crónica 2019, entregado por el Municipio de Quito.
OBRA. ‘Volcánica’ recibió el Premio José Peralta a la Crónica 2019, entregado por el Municipio de Quito.
OBRA. ‘Volcánica’ recibió el Premio José Peralta a la Crónica 2019, entregado por el Municipio de Quito.
OBRA. ‘Volcánica’ recibió el Premio José Peralta a la Crónica 2019, entregado por el Municipio de Quito.
OBRA. ‘Volcánica’ recibió el Premio José Peralta a la Crónica 2019, entregado por el Municipio de Quito.

***

Si algo tienen en común ‘Volcánica’ y ‘Lama’ es el tema de la supervivencia extrema. Cuando la gente, por una tragedia, lo pierde todo. Rescatar esa fuerza humana de los nuevos comienzos.

TOME NOTA
‘Volcánica’ está disponible en todas las librerías nacionales. Fue una casualidad. De repente, la vida me ha llevado a un lugar al que no estaba acostumbrada a ir. ‘Lama’ inició porque mi guía de tesis había estado desaparecido esos días. Me quedé muy prendida de su dolor, me parecía que había una historia que ya en los periódicos no se estaba viendo.

Sentía que era algo que tenía que hacer para la gente que había sido afectada, había que contarlo. No pensaba que, a partir de entonces, me iba a meter en historias trágicas. Lo de Nicaragua terminó siendo tremendo drama, pero esa no era la intención. Había un montón de historias de fiestas populares, cosas que al final no fueron por lo que ocurrió.

Ahora me doy cuenta que mis libros son todos muy trágicos. Quiero uno que represente más lo que he venido haciendo durante toda mi vida.

¿Te refieres a ‘Saudade se dice nostalgia’?
Sí. Quedó finalista del premio Anagrama de Crónica y estoy súper orgullosa. Es una recopilación de perfiles que escribí mientras vivía en Portugal y Brasil.

Representan una época muy feliz en mi vida. Es la parte que más me divierte y la más difícil, representa un desafío. Porque no solo quiero contar sobre una persona, sino sobre una forma de ver el mundo. Quiero que quien lea los textos también se pregunte cosas sobre sí mismo.

A diferencia de los personajes famosos de tus perfiles, los de ‘Volcánica’ son gente desconocida, pero que destaca por su solidaridad y heroísmo.

Todos podemos ser héroes. En medio de todo el cinismo que hay, toda la decepción, me gusta ver que la gente todavía puede ser humana, entender al otro y tener compasión. Me gustan esas historias. A través de la escritura, alguien va a leer sobre esta mujer que vive muy lejos y nunca la va a conocer personalmente, pero va a poder admirarla y sentir que es posible ser extraordinario sin necesidad de ser un superhéroe.

Recorriste Nicaragua del Pacífico al Atlántico buscando historias. ¿Qué fue lo más difícil de internarte en esos escenarios de peligro y destrucción?
No lo vi nada difícil. Para mí, la reportería es una aventura. Te metes por caminos y piensas que estás perdido, pero es parte de la historia. Lo que más me gustó fue rastrear a las familias que del Atlántico se volvieron a Cerro Negro, ese viaje de ida y vuelta por Nueva Guinea. Cruzar el país atrás de ellos fue lindo, porque terminé haciendo una ruta que habían hecho otras personas antes, que termina siendo una ruta que explica la historia reciente de Nicaragua.

***

Si algo tienen en común ‘Volcánica’ y ‘Lama’ es el tema de la supervivencia extrema. Cuando la gente, por una tragedia, lo pierde todo. Rescatar esa fuerza humana de los nuevos comienzos.

TOME NOTA
‘Volcánica’ está disponible en todas las librerías nacionales. Fue una casualidad. De repente, la vida me ha llevado a un lugar al que no estaba acostumbrada a ir. ‘Lama’ inició porque mi guía de tesis había estado desaparecido esos días. Me quedé muy prendida de su dolor, me parecía que había una historia que ya en los periódicos no se estaba viendo.

Sentía que era algo que tenía que hacer para la gente que había sido afectada, había que contarlo. No pensaba que, a partir de entonces, me iba a meter en historias trágicas. Lo de Nicaragua terminó siendo tremendo drama, pero esa no era la intención. Había un montón de historias de fiestas populares, cosas que al final no fueron por lo que ocurrió.

Ahora me doy cuenta que mis libros son todos muy trágicos. Quiero uno que represente más lo que he venido haciendo durante toda mi vida.

¿Te refieres a ‘Saudade se dice nostalgia’?
Sí. Quedó finalista del premio Anagrama de Crónica y estoy súper orgullosa. Es una recopilación de perfiles que escribí mientras vivía en Portugal y Brasil.

Representan una época muy feliz en mi vida. Es la parte que más me divierte y la más difícil, representa un desafío. Porque no solo quiero contar sobre una persona, sino sobre una forma de ver el mundo. Quiero que quien lea los textos también se pregunte cosas sobre sí mismo.

A diferencia de los personajes famosos de tus perfiles, los de ‘Volcánica’ son gente desconocida, pero que destaca por su solidaridad y heroísmo.

Todos podemos ser héroes. En medio de todo el cinismo que hay, toda la decepción, me gusta ver que la gente todavía puede ser humana, entender al otro y tener compasión. Me gustan esas historias. A través de la escritura, alguien va a leer sobre esta mujer que vive muy lejos y nunca la va a conocer personalmente, pero va a poder admirarla y sentir que es posible ser extraordinario sin necesidad de ser un superhéroe.

Recorriste Nicaragua del Pacífico al Atlántico buscando historias. ¿Qué fue lo más difícil de internarte en esos escenarios de peligro y destrucción?
No lo vi nada difícil. Para mí, la reportería es una aventura. Te metes por caminos y piensas que estás perdido, pero es parte de la historia. Lo que más me gustó fue rastrear a las familias que del Atlántico se volvieron a Cerro Negro, ese viaje de ida y vuelta por Nueva Guinea. Cruzar el país atrás de ellos fue lindo, porque terminé haciendo una ruta que habían hecho otras personas antes, que termina siendo una ruta que explica la historia reciente de Nicaragua.

***

Si algo tienen en común ‘Volcánica’ y ‘Lama’ es el tema de la supervivencia extrema. Cuando la gente, por una tragedia, lo pierde todo. Rescatar esa fuerza humana de los nuevos comienzos.

TOME NOTA
‘Volcánica’ está disponible en todas las librerías nacionales. Fue una casualidad. De repente, la vida me ha llevado a un lugar al que no estaba acostumbrada a ir. ‘Lama’ inició porque mi guía de tesis había estado desaparecido esos días. Me quedé muy prendida de su dolor, me parecía que había una historia que ya en los periódicos no se estaba viendo.

Sentía que era algo que tenía que hacer para la gente que había sido afectada, había que contarlo. No pensaba que, a partir de entonces, me iba a meter en historias trágicas. Lo de Nicaragua terminó siendo tremendo drama, pero esa no era la intención. Había un montón de historias de fiestas populares, cosas que al final no fueron por lo que ocurrió.

Ahora me doy cuenta que mis libros son todos muy trágicos. Quiero uno que represente más lo que he venido haciendo durante toda mi vida.

¿Te refieres a ‘Saudade se dice nostalgia’?
Sí. Quedó finalista del premio Anagrama de Crónica y estoy súper orgullosa. Es una recopilación de perfiles que escribí mientras vivía en Portugal y Brasil.

Representan una época muy feliz en mi vida. Es la parte que más me divierte y la más difícil, representa un desafío. Porque no solo quiero contar sobre una persona, sino sobre una forma de ver el mundo. Quiero que quien lea los textos también se pregunte cosas sobre sí mismo.

A diferencia de los personajes famosos de tus perfiles, los de ‘Volcánica’ son gente desconocida, pero que destaca por su solidaridad y heroísmo.

Todos podemos ser héroes. En medio de todo el cinismo que hay, toda la decepción, me gusta ver que la gente todavía puede ser humana, entender al otro y tener compasión. Me gustan esas historias. A través de la escritura, alguien va a leer sobre esta mujer que vive muy lejos y nunca la va a conocer personalmente, pero va a poder admirarla y sentir que es posible ser extraordinario sin necesidad de ser un superhéroe.

Recorriste Nicaragua del Pacífico al Atlántico buscando historias. ¿Qué fue lo más difícil de internarte en esos escenarios de peligro y destrucción?
No lo vi nada difícil. Para mí, la reportería es una aventura. Te metes por caminos y piensas que estás perdido, pero es parte de la historia. Lo que más me gustó fue rastrear a las familias que del Atlántico se volvieron a Cerro Negro, ese viaje de ida y vuelta por Nueva Guinea. Cruzar el país atrás de ellos fue lindo, porque terminé haciendo una ruta que habían hecho otras personas antes, que termina siendo una ruta que explica la historia reciente de Nicaragua.

***

Si algo tienen en común ‘Volcánica’ y ‘Lama’ es el tema de la supervivencia extrema. Cuando la gente, por una tragedia, lo pierde todo. Rescatar esa fuerza humana de los nuevos comienzos.

TOME NOTA
‘Volcánica’ está disponible en todas las librerías nacionales. Fue una casualidad. De repente, la vida me ha llevado a un lugar al que no estaba acostumbrada a ir. ‘Lama’ inició porque mi guía de tesis había estado desaparecido esos días. Me quedé muy prendida de su dolor, me parecía que había una historia que ya en los periódicos no se estaba viendo.

Sentía que era algo que tenía que hacer para la gente que había sido afectada, había que contarlo. No pensaba que, a partir de entonces, me iba a meter en historias trágicas. Lo de Nicaragua terminó siendo tremendo drama, pero esa no era la intención. Había un montón de historias de fiestas populares, cosas que al final no fueron por lo que ocurrió.

Ahora me doy cuenta que mis libros son todos muy trágicos. Quiero uno que represente más lo que he venido haciendo durante toda mi vida.

¿Te refieres a ‘Saudade se dice nostalgia’?
Sí. Quedó finalista del premio Anagrama de Crónica y estoy súper orgullosa. Es una recopilación de perfiles que escribí mientras vivía en Portugal y Brasil.

Representan una época muy feliz en mi vida. Es la parte que más me divierte y la más difícil, representa un desafío. Porque no solo quiero contar sobre una persona, sino sobre una forma de ver el mundo. Quiero que quien lea los textos también se pregunte cosas sobre sí mismo.

A diferencia de los personajes famosos de tus perfiles, los de ‘Volcánica’ son gente desconocida, pero que destaca por su solidaridad y heroísmo.

Todos podemos ser héroes. En medio de todo el cinismo que hay, toda la decepción, me gusta ver que la gente todavía puede ser humana, entender al otro y tener compasión. Me gustan esas historias. A través de la escritura, alguien va a leer sobre esta mujer que vive muy lejos y nunca la va a conocer personalmente, pero va a poder admirarla y sentir que es posible ser extraordinario sin necesidad de ser un superhéroe.

Recorriste Nicaragua del Pacífico al Atlántico buscando historias. ¿Qué fue lo más difícil de internarte en esos escenarios de peligro y destrucción?
No lo vi nada difícil. Para mí, la reportería es una aventura. Te metes por caminos y piensas que estás perdido, pero es parte de la historia. Lo que más me gustó fue rastrear a las familias que del Atlántico se volvieron a Cerro Negro, ese viaje de ida y vuelta por Nueva Guinea. Cruzar el país atrás de ellos fue lindo, porque terminé haciendo una ruta que habían hecho otras personas antes, que termina siendo una ruta que explica la historia reciente de Nicaragua.

CRÓNICA. ‘Lama’ narra las vidas de los habitantes de Bento Rodrigues, pueblo arrasado durante un derrame de desechos tóxicos en 2015.
CRÓNICA. ‘Lama’ narra las vidas de los habitantes de Bento Rodrigues, pueblo arrasado durante un derrame de desechos tóxicos en 2015.
CRÓNICA. ‘Lama’ narra las vidas de los habitantes de Bento Rodrigues, pueblo arrasado durante un derrame de desechos tóxicos en 2015.
CRÓNICA. ‘Lama’ narra las vidas de los habitantes de Bento Rodrigues, pueblo arrasado durante un derrame de desechos tóxicos en 2015.
CRÓNICA. ‘Lama’ narra las vidas de los habitantes de Bento Rodrigues, pueblo arrasado durante un derrame de desechos tóxicos en 2015.
CRÓNICA. ‘Lama’ narra las vidas de los habitantes de Bento Rodrigues, pueblo arrasado durante un derrame de desechos tóxicos en 2015.
CRÓNICA. ‘Lama’ narra las vidas de los habitantes de Bento Rodrigues, pueblo arrasado durante un derrame de desechos tóxicos en 2015.
CRÓNICA. ‘Lama’ narra las vidas de los habitantes de Bento Rodrigues, pueblo arrasado durante un derrame de desechos tóxicos en 2015.

La forma en la que estalla la protesta de los nietos del sandinismo es muy similar a lo que pasó en octubre, en Ecuador. ¿Cuál es tu posición frente a lo que está sucediendo en Latinoamérica?
Algo sumamente importante de la democracia es que haya protesta social. La protesta consigue que haya conquistas sociales; son quienes consiguen que las mujeres podamos votar, que haya horarios de trabajo decentes, vacaciones. Sin protesta social no hay democracia.

Y es lo que pasa ahora en Nicaragua. Es una dictadura con todas las letras y la gente no pude salir, no puede hablar ni decir nada.

Que la gente salga, esté en las calles, haga paro y haga lo que tenga que hacer para que se reviertan procesos que son injustos, me parece legítimo, deseable. La democracia no es un estado perfecto, es un camino y nunca vamos estar conformes, nunca debemos estar conformes con lo que tenemos, siempre tenemos que apuntar a más, a un mayor bienestar común.

‘Volcánica’ termina antes de que finalizaran las protestas en Nicaragua. ‘Lama’ también termina sin que haya una solución para los damnificados. ¿Cómo superas el quedarte con la historia inconclusa?
Sigo esperando que la gente de Bento Rodrigues tenga casa y sigo mirando las noticias para ver si eso pasa. Mi libro todavía no tiene final, ‘Lama’ se queda ahí, no ha cambiado nada. Sobre ‘Volcánica’, estoy esperando el final feliz de esa historia, pero todavía no llega. Está con el tema de las protestas flash, del miedo, algo va a pasar, pero no sabemos bien qué. Los libros no tienen conclusión, pero tampoco podía esperar para publicarlos porque las historias necesitaban ser conocidas.

¿No sueltas los temas?
No los suelto. Me involucro sentimentalmente. Lo de Nicaragua me duele muchísimo, me ha costado lágrimas. Cada vez que estoy en un lugar yo me siento de allí, aunque sea extranjera. En Nicaragua me siento parte de ese país, porque he vivido una parte de su historia. Yo siempre voy a seguir involucrada con Nicaragua, voy a seguir pendiente de lo que pasa en Portugal y en Ecuador, porque dejo un pedazo de mi corazón en cada lugar del que me voy.

Ahora que te sientes ‘nica’, ¿has aprendido a convivir con los volcanes?
(Risas) Sí, pero no soy tan ‘nica’ como para irme a hacer un picnic al lado del Telica. Me he acostumbrado, todos los días es impresionante saber que en la península de Chiltepe hay un volcán que puede hacer que Managua se convierta en una Pompeya. Pero siempre están explotando, el Masaya, el Momotombo siempre están con su penacho. Los volcanes están en constante erupción.

FRASES

No solo quiero contar sobre una persona, sino sobre una forma de ver el mundo”.Sin protesta social no hay democracia”.

La forma en la que estalla la protesta de los nietos del sandinismo es muy similar a lo que pasó en octubre, en Ecuador. ¿Cuál es tu posición frente a lo que está sucediendo en Latinoamérica?
Algo sumamente importante de la democracia es que haya protesta social. La protesta consigue que haya conquistas sociales; son quienes consiguen que las mujeres podamos votar, que haya horarios de trabajo decentes, vacaciones. Sin protesta social no hay democracia.

Y es lo que pasa ahora en Nicaragua. Es una dictadura con todas las letras y la gente no pude salir, no puede hablar ni decir nada.

Que la gente salga, esté en las calles, haga paro y haga lo que tenga que hacer para que se reviertan procesos que son injustos, me parece legítimo, deseable. La democracia no es un estado perfecto, es un camino y nunca vamos estar conformes, nunca debemos estar conformes con lo que tenemos, siempre tenemos que apuntar a más, a un mayor bienestar común.

‘Volcánica’ termina antes de que finalizaran las protestas en Nicaragua. ‘Lama’ también termina sin que haya una solución para los damnificados. ¿Cómo superas el quedarte con la historia inconclusa?
Sigo esperando que la gente de Bento Rodrigues tenga casa y sigo mirando las noticias para ver si eso pasa. Mi libro todavía no tiene final, ‘Lama’ se queda ahí, no ha cambiado nada. Sobre ‘Volcánica’, estoy esperando el final feliz de esa historia, pero todavía no llega. Está con el tema de las protestas flash, del miedo, algo va a pasar, pero no sabemos bien qué. Los libros no tienen conclusión, pero tampoco podía esperar para publicarlos porque las historias necesitaban ser conocidas.

¿No sueltas los temas?
No los suelto. Me involucro sentimentalmente. Lo de Nicaragua me duele muchísimo, me ha costado lágrimas. Cada vez que estoy en un lugar yo me siento de allí, aunque sea extranjera. En Nicaragua me siento parte de ese país, porque he vivido una parte de su historia. Yo siempre voy a seguir involucrada con Nicaragua, voy a seguir pendiente de lo que pasa en Portugal y en Ecuador, porque dejo un pedazo de mi corazón en cada lugar del que me voy.

Ahora que te sientes ‘nica’, ¿has aprendido a convivir con los volcanes?
(Risas) Sí, pero no soy tan ‘nica’ como para irme a hacer un picnic al lado del Telica. Me he acostumbrado, todos los días es impresionante saber que en la península de Chiltepe hay un volcán que puede hacer que Managua se convierta en una Pompeya. Pero siempre están explotando, el Masaya, el Momotombo siempre están con su penacho. Los volcanes están en constante erupción.

FRASES

No solo quiero contar sobre una persona, sino sobre una forma de ver el mundo”.Sin protesta social no hay democracia”.

La forma en la que estalla la protesta de los nietos del sandinismo es muy similar a lo que pasó en octubre, en Ecuador. ¿Cuál es tu posición frente a lo que está sucediendo en Latinoamérica?
Algo sumamente importante de la democracia es que haya protesta social. La protesta consigue que haya conquistas sociales; son quienes consiguen que las mujeres podamos votar, que haya horarios de trabajo decentes, vacaciones. Sin protesta social no hay democracia.

Y es lo que pasa ahora en Nicaragua. Es una dictadura con todas las letras y la gente no pude salir, no puede hablar ni decir nada.

Que la gente salga, esté en las calles, haga paro y haga lo que tenga que hacer para que se reviertan procesos que son injustos, me parece legítimo, deseable. La democracia no es un estado perfecto, es un camino y nunca vamos estar conformes, nunca debemos estar conformes con lo que tenemos, siempre tenemos que apuntar a más, a un mayor bienestar común.

‘Volcánica’ termina antes de que finalizaran las protestas en Nicaragua. ‘Lama’ también termina sin que haya una solución para los damnificados. ¿Cómo superas el quedarte con la historia inconclusa?
Sigo esperando que la gente de Bento Rodrigues tenga casa y sigo mirando las noticias para ver si eso pasa. Mi libro todavía no tiene final, ‘Lama’ se queda ahí, no ha cambiado nada. Sobre ‘Volcánica’, estoy esperando el final feliz de esa historia, pero todavía no llega. Está con el tema de las protestas flash, del miedo, algo va a pasar, pero no sabemos bien qué. Los libros no tienen conclusión, pero tampoco podía esperar para publicarlos porque las historias necesitaban ser conocidas.

¿No sueltas los temas?
No los suelto. Me involucro sentimentalmente. Lo de Nicaragua me duele muchísimo, me ha costado lágrimas. Cada vez que estoy en un lugar yo me siento de allí, aunque sea extranjera. En Nicaragua me siento parte de ese país, porque he vivido una parte de su historia. Yo siempre voy a seguir involucrada con Nicaragua, voy a seguir pendiente de lo que pasa en Portugal y en Ecuador, porque dejo un pedazo de mi corazón en cada lugar del que me voy.

Ahora que te sientes ‘nica’, ¿has aprendido a convivir con los volcanes?
(Risas) Sí, pero no soy tan ‘nica’ como para irme a hacer un picnic al lado del Telica. Me he acostumbrado, todos los días es impresionante saber que en la península de Chiltepe hay un volcán que puede hacer que Managua se convierta en una Pompeya. Pero siempre están explotando, el Masaya, el Momotombo siempre están con su penacho. Los volcanes están en constante erupción.

FRASES

No solo quiero contar sobre una persona, sino sobre una forma de ver el mundo”.Sin protesta social no hay democracia”.

La forma en la que estalla la protesta de los nietos del sandinismo es muy similar a lo que pasó en octubre, en Ecuador. ¿Cuál es tu posición frente a lo que está sucediendo en Latinoamérica?
Algo sumamente importante de la democracia es que haya protesta social. La protesta consigue que haya conquistas sociales; son quienes consiguen que las mujeres podamos votar, que haya horarios de trabajo decentes, vacaciones. Sin protesta social no hay democracia.

Y es lo que pasa ahora en Nicaragua. Es una dictadura con todas las letras y la gente no pude salir, no puede hablar ni decir nada.

Que la gente salga, esté en las calles, haga paro y haga lo que tenga que hacer para que se reviertan procesos que son injustos, me parece legítimo, deseable. La democracia no es un estado perfecto, es un camino y nunca vamos estar conformes, nunca debemos estar conformes con lo que tenemos, siempre tenemos que apuntar a más, a un mayor bienestar común.

‘Volcánica’ termina antes de que finalizaran las protestas en Nicaragua. ‘Lama’ también termina sin que haya una solución para los damnificados. ¿Cómo superas el quedarte con la historia inconclusa?
Sigo esperando que la gente de Bento Rodrigues tenga casa y sigo mirando las noticias para ver si eso pasa. Mi libro todavía no tiene final, ‘Lama’ se queda ahí, no ha cambiado nada. Sobre ‘Volcánica’, estoy esperando el final feliz de esa historia, pero todavía no llega. Está con el tema de las protestas flash, del miedo, algo va a pasar, pero no sabemos bien qué. Los libros no tienen conclusión, pero tampoco podía esperar para publicarlos porque las historias necesitaban ser conocidas.

¿No sueltas los temas?
No los suelto. Me involucro sentimentalmente. Lo de Nicaragua me duele muchísimo, me ha costado lágrimas. Cada vez que estoy en un lugar yo me siento de allí, aunque sea extranjera. En Nicaragua me siento parte de ese país, porque he vivido una parte de su historia. Yo siempre voy a seguir involucrada con Nicaragua, voy a seguir pendiente de lo que pasa en Portugal y en Ecuador, porque dejo un pedazo de mi corazón en cada lugar del que me voy.

Ahora que te sientes ‘nica’, ¿has aprendido a convivir con los volcanes?
(Risas) Sí, pero no soy tan ‘nica’ como para irme a hacer un picnic al lado del Telica. Me he acostumbrado, todos los días es impresionante saber que en la península de Chiltepe hay un volcán que puede hacer que Managua se convierta en una Pompeya. Pero siempre están explotando, el Masaya, el Momotombo siempre están con su penacho. Los volcanes están en constante erupción.

FRASES

No solo quiero contar sobre una persona, sino sobre una forma de ver el mundo”.Sin protesta social no hay democracia”.