‘Las amistades desaparecidas’

‘Las amistades desaparecidas’
‘Las amistades desaparecidas’

‘Las amistades desaparecidas’

Edgar Freire Rubio

Mi amigo bibliotecario y lector inteligente, César Chávez, me regaló impreso un texto de Javier Marías (Diario El País 29-mayo-16). Como tiene tanto condumio y es tan coyuntural, me permito compartirlo (no completo) y piensen que es algo que le ha pasado a Ecuador de estos últimos años:


«La otra noche me forcé a llamar a una vieja amiga (lo es desde hace cuarenta y tantos años), para por lo menos hablar con ella, ya que en los últimos tiempos nos vemos pocos. Poco, pero todavía nos vamos viendo, lo cual es mucho, pensé en comparación con lo que sucede con decenas de amistades, o les sucede a ellas conmigo. Me temo que nos ocurre a todos, y en algunos momentos produce vértigo acordarse de las personas dejadas en el camino, o –insisto- que nos han dejado orillados, colgados en la cuneta. A veces uno sabe por qué. Las peleas, las decepciones, las ingratitudes, son algo de lo que nadie se libra a lo largo de una vida de cierta duración, pongamos de cuatro décadas o más. Casi nada hiere tanto como sentirse traicionado por un amigo, y entonces la amistad suele verse sustituida por abierta enemistad(…)”.


Continúa: “Uno cancela todo contacto, pasa a hacer caso omiso de él, lo evita, y cabe que, si se lo cruza por la calle, mira hacia otro lado, finja no verlo y ni siquiera lo saluda con el saludo más perezoso, un gesto de cabeza. Uno sabe por qué. Curiosamente, las cuestiones políticas son, en España, frecuente motivo de ruptura o alejamiento. Si dos amigos divergen en exceso en sus posturas, es fácil que acaben reñidos sin que se haya dado entre ellos nada personal (…) Otras veces alguien se aparta porque al otro le va demasiado bien y es un recordatorio de lo que no tenemos. O porque le va demasiado mal y es un recordatorio de lo que a cualquiera nos puede aguardar (…) No ha habido riña ni roce, ofensa o decepción. Poco a poco desaparece de nuestra cotidianidad, o él nos hace desaparecer de la suya…

Quizás los que menos nos duelen, pero también los que de repente, una noche nostálgica, nos causan mayor incomprensión y mayor perplejidad”.


Como leen, el texto no tiene desperdicio. Conozco familias en donde el padre prohibía a sus hijos hablar de política en la mesa, para evitar resentimientos.

Este Gobierno se encargó de provocar ese distanciamiento, esa lucha entre buenos y malos. Entre ‘revolucionarios’ y traidores a la patria. En ricos y pobres. Entre ‘genios’ y mediocres. Entre viejos y jóvenes. ¿O, no? A casi todos nos ha pasado algo de lo que Javier Marías pone el dedo en la llaga. Y qué difícil sanar esas heridas. En fin.

A la lectura


Algunos amigos me han dado tarea este mes y han entretenido mis noches de lectura. El primero fue Luis Mora de la CEN (Corporación Editora Nacional) al entregarme este pan fresco:

‘La gloriosa, revolución que no fue’. Santiago Cabrera Hanna las oficia de editor y los coautores son: E. Ayala Mora, Fernando Balseca, Marc Becker, Carlos de la Torre, Hernán Ibarra, Germán Rodas entre otros. Llegan al volumen 46 de la Biblioteca de Historia. Ensayos que dan más luz sobre este acontecimiento que todavía tiene zonas oscuras:

‘Espejo, adelantado de la ciencia crítica’, de Jaime Breilh Paz y Miño (Biblioteca Ecuatoriana de Ciencias Vol. 5). Espejo es una de las pasiones del médico investigador. Le ha dedicado sus mejores años en desentrañar su espíritu científico y ratificar que fue un pionero y adelantado en sus ideas en salud pública.

Tiene el mérito de ser legible y riguroso (basta leer la Bibliografía de consulta).


Marisa Martínez Pérsico (no sé si es ‘ecuatorianista’) entrega un estudio que refrenda que nuestra literatura sigue llamando la atención de profesores extranjeros. ‘Formas del insilio en la literatura ecuatoriana del siglo XX. Proyección Iberoamericana de Medardo Ángel Silva, Hugo Mayo y Jorge Icaza’ (Colec. Estudios Literarios Vol. 2). Lectura apta para entendidos de la materia. Son más de 300 páginas que no se lee fácil sino se tiene lecturas previas de los autores mencionados. ¡De verdad!.


‘Repaso. 36 años de política, economía, asuntos internacionales y toros’ (colección temas Vol. 24), de Francisco Rosales Ramos. Es bienvenida esta compilación de sus notas periodísticas escritas en el Diario El Comercio y Diario Hoy, entre 1979 a 2014. Libro cajón de sastre. No se obligue a leer desde la página 23 hasta la 538. Eso sí no se pierda de leer el prólogo de Simón Espinosa Cordero. ¡Sabrosísimo, como siempre!


Luis Luna Sorio es inagotable. ‘Las relaciones económicas del Ecuador y Colombia’ (Colec. Estudios Internacionales Vol. 12) y ‘Gobiernos locales y descentralizados en Ecuador’ (serie Gestión Vol. 5), de Wilson Araque Jaramillo y Eulalia Flor Recalde. El maridaje entre la CEN y la Universidad Andina Simón Bolívar, sigue dando frutos bibliográficos de primer orden. ¡Qué bien!

‘Las amistades desaparecidas’

Literatura


Qué grata lectura de ‘Los nombres ocultos’, de Diego Araujo Sánchez (Rayuela Editores).

Se devoran las 134 páginas de un tirón. Y se las relee con fruición. No soy lector frecuente de novelas policiales, pero esta lo es en equilibrada y sutil medida. Es además un fresco histórico del Ecuador de 1935. Es ‘otra’ mirada de Velasco Ibarra y el misterio no descifrado de la muerte de su chofer Antonio Leiva. Lo he disfrutado y se los recomiendo sin rodeos. ¡Congratulaciones por este acierto novelístico y por haber sido nombrado con méritos más que suficientes como Miembro de Número de la Academia Ecuatoriana de la Lengua!


Tiene razón Diego Oquendo Silva en expresar que ‘En búsqueda de los cantos perdidos’ (poemas) y ‘Adivinanza y celebración de las criaturas sencillas’ son libros hechos con dignidad. Tanto la CCE y El Ángel Editores se han esmerado en dar corriente al precioso contenido de la lírica y prosa poética del amigo periodista. Leerle emociona y se agradece tanta sensibilidad: ¡Qué economía de palabras para dejar la poesía desnuda, frágil y tan sencilla! ¡Qué aire puro! ¡Qué acierto de ilustraciones! Valor agregado excepcional. Lo que nadie ha dicho es que esta lírica es escrita, cuando el poeta frisaba de los 23 a 37 años de edad. ¡Qué bien!


Hace más de 20 años contribuyo en la revista Artes. Este privilegio se lo debo a ‘Nico’ Kingman. No demoró ni un minuto en aceptarme como colaborador en esta publicación (hoy quincenal). Sé que va a cumplir 98 años, en plena lucidez. Y que “lamenta” haberse jubilado. Me sumo a este jolgorio: ¡Pocos amigos admirables, como don Nicolás!


Sé lo que es perder a los padres. Es una herida que jamás se cierra. Y entiendo el dolor de mi amigo Fabián Guarderas Jijón con el fallecimiento de su madre. Va mi abrazo solidario a él y su familia.


¿Omito algo?: Posiblemente. Quedo en deuda con Patricio Robalino y unos amigos más. Será hasta diciembre. ¡Hasta luego!


«
A casi todos nos ha pasado algo de lo que Javier Marías pone el dedo en la llaga. Y qué difícil sanar esas heridas.



TOME NOTA


El Librero recibe sus publicaciones en: Almacén Bolmar, calle Guayaquil N2-49 y Sucre, con atención a Martha Freire Rubio.



EL DATO


La casilla de Edgar Freire Rubio es 17012561.