‘La poesía no me duele’

LECTURA. Secaira se desempeña como corrector de estilo. Con la siniestra, sostiene su más reciente obra.
LECTURA. Secaira se desempeña como corrector de estilo. Con la siniestra, sostiene su más reciente obra.

“Sonreímos pues sostengo mi brazo enfermo/ para que salga bien/ en la fotografía”. Este es uno de los versos que conforman el poema ‘Ver’, de Juan Secaira Velástegui, que se encuentra en su libro ‘La mitad opuesta’ (2017).

Este también es uno de los primeros versos que recita en público, en un recital que implica su vuelta a los encuentros literarios. Si bien realizó una presentación oficial de la obra, Secaira –quien siempre ha permanecido lejano de los circuitos culturales (“porque la obra habla por uno”)- prefirió alejarse por completo de las esferas literarias.

Su cuerpo lo traicionó. Su brazo derecho se declaró en huelga constante. Paradójicamente, ese brazo inmóvil lanzó el puñetazo más fuerte para la familia: la inmovilidad fue un gancho para el corazón de sus cercanos.

En el mismo poema, ‘Ver’, Secaira escribe: “mi hijo y la broma de que yo salga a la calle/ vestido con traje de boxeador/ una fe ciega/ que por momentos ve”. Más allá de lo poético, a todos les tocó vestirse de boxeador: a su hijo, a sus pequeñas gemelas, a su esposa Tatiana, a su padre, que como doctor siente impotencia al no poder ayudar en la esquina del cuadrilátero de la salud a Juan. Eso sí, nadie bota la toalla.

Tatiana, el hijo y las gemelas sonríen frente a las improvisaciones del poeta, mientras participa en un recital con la ecuatoriana Aleyda Quevedo y el cubano Jesús David Curbelo. Los tres comparten su poesía con su público en Literato Club de Té, en Quito.

Secaira también lee esa noche ‘Tatiana’, y ella sabe que puede ser la extensión de ese brazo dolido. Ella así lo afirma cuando esboza una sonrisa al escuchar: “que el sufrimiento sea viruta/ en la escultura que unidos construimos por placer”.

Dolor
“En la madrugada la metáfora es cruel/ la sombra de una luz engañosa/ que parece una estrella/ mientras/ el camión de basura da retro para tomar viada”.

Los versos pertenecen al poema ‘Duele’. Y es que todo duele. La incertidumbre duele. La hipótesis duele. Los resultados duelen: los exámenes médicos determinan que la arteriosclerosis y la neuropatía periférica no dan tregua.

“Pero sabes qué en verdad duele: sentirse por momentos inservible”, dice el poeta mientras la mano izquierda, la sana, tiembla antes de llevarse una copa con vino a los labios. ¿Y qué no duele? “Los hijos, mi esposa. La poesía no me duele”.

Han pasado algunos días de aquel recital. Secaira se relaja en su casa, donde un librero alberga obras de Sófocles, Yasunari Kawabata, Octavio Paz, entre otros autores. También lo acompaña las obras de Luigi Stornaiolo, a quien admira, con quien hay empatía desde la grandeza que no merma frente a la inmovilidad.

“Extraño tanto jugar fútbol. Antes venían los panas y siempre me buscaban para jugar. Mi domingo era salir a las 07:00 y regresar a las 17:00 después de jugar distintos partidos de fútbol en varias ligas”, cuenta Juan.

Al escucharlo, no se puede dejar pasar por alto otro de sus poemas de ‘La mitad opuesta’, ‘Goleador’: “aunque no puedas moverte/ los días están ahí para maldecirlos y quererlos/ en la inmensidad de algún detalle que cambie lágrimas/ por goles/ de arco a arco para no irnos de esta función/ en paz”.

Expuesto
El poeta Pedro Gil, al escribir sobre ‘La mitad opuesta’, dice: “Juan Secaira huye de la lástima y asume la poesía como un estoico contemporáneo, riéndole a sus hijos y a su esposa. A sus padres y a sus amigos. Y yo río con él”.
Gil además agrega que: “Porque, como sostenía Roberto Bolaño: ‘Literatura+enfermedad=enfermedad’. No jodan. ‘Toda enfermedad culmina en el momento de nombrarla’, nos dice Secaira”.

Como un sortilegio por palear el dolor, Secaira ha sido diáfano en un sitio tan peligroso como el Facebook, un sitio donde la mayoría de veces se muestran las metas, las celebraciones, los buenos momentos: el lado opuesto que queremos que vean.

El poeta comparte su dolor. Cuenta las peripecias de aguardar por un turno. Enseña unas fotografías donde la arterioesclerosis inmoviliza hasta sus labios que parecen incapaces de dibujar una sonrisa.

Efectivamente, Secaira “huye de la lástima” –como dice Gil- e ironiza con ella. Hace de su vivencia un extenso poema que solo plantea cúan francos se puede ser al momento de no lavar los trapos sucios en casa. Secaira hace de su cuerpo un poema que desmitifica a las apariencias, es decir, un poema netamente humano.

“No hay poses. No se quiere llamar la atención. Esa es mi vida ahora. Mi familia, me refiero a mis tíos o a veces mi papi, me dicen que saque esas fotos, que no comparta aquello. Yo lo hago porque entiendo que la alegría y la tristeza, que el dolor y el estar sano, son parte de la vida y tienen la misma validez”, pronuncia el poeta mientras hace un gesto de ‘salud’ al levantar la copa y servirse otro trago de vino. (DVD)

‘Lo sano’ De ‘La mitad opuesta’

“Neuropático y contento/ dichoso y no entero/ escleróticamente en familia/
esta vez sonó la campana antes de la caída/ no tirar la toalla/ recogerla mientras las manos parten”.

Perfil
Juan Secaira Velástegui

° Escritor ecuatoriano (Quito, 1971). Ha publicado el ensayo ‘Obsesiones urbanas’, sobre la obra narrativa de Humberto Salvador, y los poemarios ‘Construcción del vacío’, mención especial del Premio Ángel Miguel Pozanco; ‘No es dicha’, Premio Nacional de Poesía Jorge Carrera Andrade’, ‘Sujeto de ida’ y ‘Ribera de cristal’.

VELADA. Junto a Jesús David Curbelo y Aleyda Quevedo.
VELADA. Junto a Jesús David Curbelo y Aleyda Quevedo.