Alex Serrano tiene 35 años, es arquitecto y viste bien. Es alto y lleva anteojos. Le gusta salir a cenar, viajar, tomarse unas ‘bielas’ con los amigos. Todo eso y además es soltero. Ha tenido y tiene relaciones amorosas, unas más duraderas,
otras menos, pero hasta ahora no se ha casado. “La soltería tiene muchas cosas buenas, por ejemplo hay una gran libertad para viajar, aceptar un nuevo proyecto en otra ciudad, hacer planes para descansar hasta tarde cuando lo deseo, todo eso está muy bien”, explica como sin darle mucha importancia.
A pesar de todo, le agradaría formar una familia y asume con cierto disimulo que la soltería “comienza” a pesarle un poco, algo que hasta ahora apenas había notado. “Bueno, cada persona es un mundo diferente, hay muchos solteros que lo hacen conscientemente, en mi caso la vida ha sido así, no es que lo busqué, y sí, me gustaría tener una familia e hijos; sin embargo, estoy seguro que todo llega, no estoy tampoco agobiado ni nada por el estilo”.
Muchos de sus amigos le envidian por su condición de ‘soltero de oro’, por una vida con seguridad económica y sin muchas obligaciones, pero él les responde con cierta solemnidad: “La libertad está sobrevalorada. Muchos de mis amigos ya no salen porque tienen hijos y me muevo en ambientes con gente más joven, que está muy bien y nos divertimos, pero tienen otros intereses, se encuentran en otro momento de la vida. La verdad, no me quejo, he vivido bien, me la paso genial, y todavía me queda una buena parte de la vida por delante, concluye.