POPAYÁN, CIUDAD HERMANA DE QUITO

Entristecen las imágenes de destrucción de la estatua de Sebastián de Benalcázar en Popayán, ciudad que formó parte de la Real Audiencia de Quito. Popayán, leal al llamado de los próceres de Quito del 10 de Agosto de 1809, tiene la impronta de nuestra ciudad en sus maravillosas iglesias pues fue labrada con el arte Caspicara, Pampite y otros maestros de la reconocida Escuela Quiteña quienes trabajaron por años en sus iglesias. La escuela de artes y oficios San Andrés de Quito impulsada por Fray Jodoco Ricke, Fray Pedro Goseal o “Fray Pedro Pintor” fue el inmenso taller de las manos indias y mestizas quiteñas, desde ese sincretismo equinoccial y mediterráneo, Quito construyó durante siglos su identidad artística con nuevos cánones de la belleza señorial, religiosa y arquitectónica. Rodrigo Villacís Molina escribe en relación a las investigaciones del Padre José María Vargas y del Doctor José Gabriel Navarro, que entre 1779 y 1786 habían salido de Quito “264 cajones de cuadros y esculturas” con diversos destinos. Popayán, fue una de las ciudades que recibió la generosidad del arte quiteño. Resulta un insulto a la inteligencia y una errada premisa visceral pretender que el vandalismo destructor deba imponerse como una “dizque” nueva forma de lucha; el discurso anticolonial se ha vuelto oportunista y negacionista. “Destruye y resiste” es la grosera consigna propia de fanáticos. La destrucción es pensamiento fascista que arrasó con toda cultura. La arquitectura y todas las obras de arte de creación humana son patrimonio de los pueblos y merecen respeto aun cuando seamos críticos de sus implicaciones históricas. No se puede separar a las personas de su patrimonio cultural: son unidad indivisible. Sobre el patrimonio cultural, la UNESCO en el 2005 sostuvo ya que: “los pueblos tienen el derecho fundamental de participación y disfrute”. Los vecinos del Centro Histórico de Quito, verdaderos guardianes del patrimonio, organizaron una conferencia telemática sobre el patrimonio: Pablo Buitrón relató la presión gentrificadora y el irrespeto a los residentes con la peatonización, Fernando Duque, reiteró los daños cometidos por el metro en el Carmen Bajo, Juan Francisco Morales refirió los principios de derecho e identidad que subyacen en el patrimonio y quien escribe este artículo habló sobre la defensa y el perfil identitario de Quito, otras voces sensibles y pensantes señalaron sus esfuerzos por mantener la gastronomía y la tradición familiar como motores de la economía urbana y la hermosura de la vista de Quito. No al vandalismo.

[email protected]