Un nuevo modelo: este ya no sirve

Mientras se discute sobre economía, el fin del estado de excepción, el teletrabajo, la reducción de la burocracia y la supresión de libertades, tras el desastre dejado por el Covid-19, la lógica del país es “sálvese quien pueda”. La tragedia nacional es que todo puede pasar mientras no le afecte a uno. El estado sigue moroso en pagos a servidores públicos y proveedores, pero busca más impuestos. La situación de los trabajadores al límite y los políticos pensando solo en el corto plazo -las elecciones de febrero-, con denuncias de irregularidades en el Consejo Electoral.

Los empresarios, pese a su gestión, no lograron que el gobierno -con argucias constitucionales- logre el pago adelantado de impuestos a las empresas más sólidas (de su capital de trabajo). Pero, pese a una negociación aceptable con tenedores de la deuda (ojalá algún día se sepa los nombres de quiénes están tras de eso) y con organismos financieros, el estado les debe a todos y su mora crece cada mes. El gobierno del ahora sentenciado Rafael Correa convirtió al IESS y al Banco Central en caja chica.

La paradoja es que un guayaquileño -Correa- fue el mayor centralista y estatista de la historia. El fondo público y el erario nacional fueron una “cueva de Alí Babá”, de la que los ahora sentenciados se beneficiaron. En octubre de 2019 -hace casi un año- el país tocó fondo, pero empeoró con la pandemia.

14 años de correísmo y morenismo. Ese modelo ya no sirve, se agotó. El estado no puede seguir siendo el único proveedor de empleo y generador de productividad. Las empresas aún esperan todo del estado. Los que emprenden y los que quieren invertir son perseguidos y sancionados. Líderes sociales e indígenas esperan, agazapados, su momento para caotizar de nuevo al país. El correísmo, seguro del voto duro de 20%, espera en primera fila para volver y hacer lo que más sabe: robar.

En lugar de pensar en separatismos, federalismos o bicameralidad, que son distractores para facilitar que los avispados de siempre vuelvan al poder, hay que buscar otro modelo de desarrollo, que permita a las personas dedicarse a lo suyo y que el estado deje de fastidiar y robarles lo más preciado que tienen: su tiempo y su dinero.

Salir del esquema actual para que los políticos no tengan cabida. El país no los aguanta. El 90% de ecuatorianos no sabe por quién votar en el 2021. Urge pensar en un nuevo país o seguir a la deriva, con el barco haciendo agua y los vivos de siempre haciendo negocios (para eso entran en política) y que no siga la corrupción de los últimos 14 años.