Un eco museo y biblioteca aportará vida al centro de Quito

Juan Francisco Cazorla, junto a su maqueta ganadora del concurso del proyecto arquitectónico.
Juan Francisco Cazorla, junto a su maqueta ganadora del concurso del proyecto arquitectónico.

El proyecto de la Fundación Fidal convertirá una casona abandonada junto al Teatro Sucre en un espacio para la cultura, la tecnología y el encuentro.

Fundación Fidal sueña con un Eco Museo Biblioteca en el corazón del Centro Histórico de Quito. En una esquina hoy sucia, transitada, pero olvidada, junto al Teatro Sucre (Plaza del Teatro), se anuncia un proyecto ambicioso. Tiene el apoyo del Municipio y gana espacio ante la empresa privada. Casa Fidal apuesta por la tecnología, el cuidado del ambiente y el valor de la cultura, para impulsar a muchos jóvenes, empezando por una esquina.

«Rescatar la vida en el Centro Histórico de Quito» ha sido la justificación que impulsó centenares de proyectos culturales, turísticos y comerciales en esa trascendental zona de la ciudad. Muchos de estos fallidos; pocos envidiablemente exitosos; en medio de todo un abanico de sueños truncados, fondos perdidos y esperanzas frustradas.

Pero quienes aman a la ciudad no se rinden. Y con este ideal en mente, el de lograr habitar el centro desde la inclusión y el espíritu de construcción de espacios comunes, llega el proyecto de Casa Fidal.

La biblioteca del futuro

La expresidenta de la República, Rosalía Arteaga, presentó el proyecto en el segundo piso de la casa construida en 1924 y hasta hace poco abandonada.

Como su nombre lo indica, el museo será, además, una biblioteca de referencia e investigación ambiental y ecológica. Habrá libros, pero mucho más importante hoy, es el acceso que se logrará a recursos bibliográficos y culturales de museos extranjeros. La fundación, por medio de sus líderes, las hermanas Claudia y Rosalía Arteaga, además de la gestión de su presidente ejecutivo, Patricio Jijón Larco, finalizan acuerdos con museos como el Botero, en Colombia, que permitan desplegar obras de arte digitales en las pantallas que rodearán los espacios públicos de la biblioteca.

El público cautivo serán los estudiantes de las 84 instituciones educativas que alberga el Centro Histórico de Quito. Pero, además, el proyecto busca impulsar iniciativas de seguridad en la zona del Teatro Sucre. Los ventanales del Eco Museo tendrán rejas pensadas para salvaguardar no solo las computadoras y pantallas que estarán a disposición de los usuarios que lo habiten, sino también la estética del proyecto.

Rosalía Arteaga sueña con un museo lleno de piezas arqueológicas. Un espacio que albergue colecciones personales, donaciones y artefactos que conecten a niños y jóvenes de hoy -tan familiarizados con tecnologías digitales- con todo aquello que nos trajo hasta aquí como sociedad. El eje trasversal, sin embargo, será el ambiente en el que vivieron aquellos y en el que vivimos -o sobrevivimos- hoy.

Aportes de la empresa privada

Las fundadoras de la Fundación son cuencanas, pero las mueve una estrecha conexión con la ciudad que desde hace varias décadas acoge a sus familias. Rosalía Arteaga, quien también colabora con LA HORA como columnista de opinión, recuerda que este proyecto no es único. Se suma a proyectos muy exitosos como el hotel Casa Gangotena, hotel Carlota, el Museo del Alabado, y el regreso de varios locales comerciales y restaurantes que apuntan a hacer del centro una zona más amigable para el turismo local y extranjero.

La maqueta presentada, como parte del proyecto arquitectónico dirigida por el ganador del concurso convocado para el efecto, Juan Francisco Cazorla, cuenta la historia silenciosa de un edificio pensado a inicios del siglo XX para ser habitado por una acaudalada familia, que no la disfrutó por mucho tiempo. Pasó de mano en mano hasta llegar a pertenecer al Municipio de Quito.

Cinco años duró el proceso de aprobación del comodato otorgado a Fundación Fidal para la promoción de este proyecto cultural. Finalmente, con lo absurdo de las miles de ordenanzas que traban la gestión de la ciudad, se otorgó con la unanimidad de votos que requiere la aprobación.

El costo total del proyecto, que tomaría al rededor de 18 meses, se estima en 1,5 millones de dólares, para lo cual se aspira lograr apoyo y donaciones de la empresa privada nacional, así como de la cooperación extranjera.

Proyectos de esta envergadura solo se logran con un apoyo institucional de varias entidades, entre ellas el Municipio de Quito. El concejal Eduardo Del Pozo comentó que parte del proyecto se acompañaría con una modificación de rutas del transporte público en el centro de la ciudad, con el objetivo de descongestionar ciertas zonas y hacerlas más amigables para los transeúntes. Angélica Arias Benavides, directora ejecutiva del Instituto de Patrimonio del Municipio de Quito, también asistió al evento. (DLH)

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