Incluso con artesanías de papel se puede celebrar el Domingo de Ramos

En el Ecuador existen siete especies de palma de cera y todas están en peligro de extinción. EFE
En el Ecuador existen siete especies de palma de cera y todas están en peligro de extinción. Foto EFE

Desde 2005, los ecuatorianos tienen la consigna de evitar el uso de la palma de cera, por el daño ecológico que causa su tala.

Si llegar con un hermoso ramillete a las iglesias es la misión del Domingo de Ramos, los ecuatorianos tienen cientos de alternativas para lograrlo y evitar el uso de la palma de cera.

En redes sociales y desde el Ministerio del Ambiente, Agua y Transición Ecológica de Ecuador se hacen recomendaciones para que los fieles opten por materiales como hojas de bambú, romero, caléndula, lavanda, manzanilla, laurel, maíz, paja, arrayán, totora, ciprés, cedrón, sigse, flores ornamentales, bagazo de la caña de azúcar y hasta papel reciclado.

Desde 2005, cuando se inició la campaña para conservar la palma de cera se ha logrado disminuir la demanda de artesanías hechas con esta especie vegetal que se encuentra en peligro de extinción por su comercialización en esta época del año.

Y cada vez más prolifera el uso de adornos hechos con otro tipo de materiales, incluido el papel, con el que se realizan artesanías, para conmemorar el ingreso triunfante de Jesús en Jerusalén, significado religioso del Domingo de Ramos.

Importancia ecológica

En Ecuador existen siete especies de palma de cera. Cada una puede llegar a medir hasta 70 metros de alto y puede vivir hasta 200 años. El problema es que tiene un lento proceso de crecimiento y eso la hace muy vulnerable.

Hasta antes de 2005, la continua deforestación de esta especie vegetal, especialmente en Semana Santa, puso a esta planta en peligro de extinción.

La palma de cera está presente en bosques maduros y secundarios. Sus frutos sirven de alimento para tucanes, pavas de monte, loros, armadillos, osos, venados, pecaríes, roedores y primates.

También brinda abrigo al perico cachetidorado y al loro orejiamarillo, dos especies que se encuentran en la Lista Roja de Aves del Ecuador en 2022. El último, incluso figura como “críticamente amenazado o posiblemente extinto”.

Más que una campaña

Aunque cada año se realizan campañas y operativos para concienciar a la población y evitar el uso de la palma de cera, ningún organismo ofrece cifras oficiales o datos de cómo va la recuperación de esta especie.

Lo que sí se sabe es que cada año se siguen decomisando ramos. En 2011 fueron 1.400; en 2021, 820 y en 2013, 500 ramos a escala nacional.

A primera vista, esas cifras permitirían establecer que las campañas que se realizan cada año funcionaron, pero esa percepción cambia radicalmente si se miran los resultados de 2018, cuando se decomisaron 1.821 kilos solo en la provincia del Guayas. Otras zonas donde hay un gran consumo de esta especie son Azuay, Tungurahua y Cañar.

Las campañas, sin embargo, han generado mayor conciencia en Pichincha, Esmeraldas, Morona Santiago, Zamora Chinchipe, Orellana y Pastaza, donde no se han dado mayores retenciones, según reportes de la Policía y el mismo Ministerio del Ambiente.

Nuevo llamado

Este 2022, bajo el nombre de ‘Tradición y conservación van de la mano’, se retoma la campaña, explicó el director de Biodiversidad del Ministerio del Ambiente, Byron Lagla.

Las jornadas, que se extenderán hasta la conclusión de la Semana Santa, incluyen capacitaciones, charlas ambientales y ferias informativas en todo el territorio nacional.

Los funcionarios del Ministerio de Ambiente, con la cooperación de sacerdotes, tratan de llegar a los devotos, a través de mensajes de sensibilización, durante las eucaristías.

Conforme al Código Orgánico Integral Penal (COIP) ecuatoriano, la recolección, extracción y comercialización de palma de cera es un delito que se sanciona con pena privativa de libertad de uno a tres años. (EFE)

EL DATO: Desde 2012, el Ministerio del Ambiente ha reforestado siete hectáreas en los cantones de Pallatanga y Colta, en Chimborazo.

EL DATO: La palma de cera no solo se ve amenazada por la tala directa, sino por la deforestación de los bosques andinos y la fragmentación de los hábitats.