La Conaie y sus aliados se tapan los oídos ante el hartazgo de los quiteños

Leonidas Iza, en la Basílica del Voto Nacional.

Luego de 17 días de paralización, Quito sigue bloqueada. ¿La capital está de rodillas ante Leonidas Iza, sus aliados y seguidores y su protesta violenta?

La estrategia de bloquear a las ciudades donde hay presencia de personas que siguen a ideologías radicales o centros políticos, como Quito, es de manual para las protestas violentas. Las guías están escritas en los textos de adiestramiento mariateguista, ha señalado el especialista en seguridad, Mario Pazmiño.

Bloquear vías, impedir el paso de víveres, de combustibles, crear focos de protesta dentro de las poblaciones, exigir con amenazas suspender el intercambio comercial, son las consignas. Y el movimiento indígena y los aliados, de distintas ramas de las ideologías extremas, las han seguido al pie de la letra.

Quito ha visto el avance, durante 17 días, de esta estrategia que ha producido miedo. Pánico social, señala el especialista, para dar la sensación de inacción gubernamental y municipal. Hoy, hasta el mediodía, se registraron 55 bloqueos de vías por las manifestaciones en la ciudad.

Las pérdidas millonarias, por locales cerrados, profesionales que no se trasladan a sus puestos de trabajo, por intercambios que no se ejecutan, por el desabastecimiento parcial de productos, han lastimado también la economía de la capital que estaba en plena reactivación.

La contradicción enorme del reclamo de la Conaie es que mientras piden más beneficios, cortan el flujo de dinero que puede llegar a ellos mismos. Las grandes cadenas han cambiado de proveedores, en algunos casos ya no compran insumos de Cotopaxi y Tungurahua porque los productos no llegan. Lácteos, leche, queso, y huevos es lo que más escasea en las tiendas de barrio. Entonces, la cadena de producción y comercio se rompe por el bloqueo.

Es evidente que esto ha causado un repudio al tipo de reclamo que está organizado desde la Conaie y sus aliados. Más aún, cuando grupos de manifestantes recorren calles de Quito amenazando con agredir a transeúntes y conductores. Cuando los niños que no pueden terminar el año electivo en sus propios colegios. Cuando Leonidas Iza repite y repite, como mantra, que la protesta es pacífica y que hay infiltrados, pero no hay cambios.

El alcalde Santiago Guarderas ha solicitado, por segunda ocasión, un Decreto de Estado de Excepción para la capital ante el anuncio de la llegada de la tercera ola de personas desde Cotopaxi para protestar. Con lo cual, parecería que las Fuerzas Armadas y la Policía se convierten en nuestra última defensa ante la violencia.

Sin embargo, crece el hartazgo. Hay quiteños que, del miedo, pasan a la ira. Algo que no está en los cálculos de la Conaie, la Alcaldía, del Gobierno y de las fuerzas del orden. Esa era una de las consecuencias negativas del tipo de protesta que decidió llevar adelante la Conaie.

Las autoconvocatorias para rechazar el paro pudieran crecer en apoyo a la Fuerza Pública. Y para Iza, perder el apoyo popular, es letal. (JC)