¡Transparencia, ya!

Los funcionarios del Estado olvidan que el dinero que manejan y la información inherente a su desempeño, instituciones y gestión es pública. Es decir, pertenece a todos: no a los medios, a los periodistas ni a las altas esferas del poder, sino a la población que tiene derecho a conocerla, a entender su relevancia, a saber lo que se oculta sin tapujos ni delaciones.

A partir de la promulgación de la Ley Orgánica de Transparencia y Acceso a la Información Pública, en 2004, las páginas web oficiales implementaron una sección de Transparencia, con datos básicos sobre el presupuesto, organigrama y sueldos. Otro avance vino con los portales de compras públicas y contratación, sin los cuales hubiese sido más difícil revelar procesos irregulares durante esta emergencia.

Lo que falta en el país es una cultura de transparencia, sin la cual, cualquier ley es letra muerta. Predomina, en lo público, una actitud de ocultamiento y un ánimo de control del relato.

Los ejemplos abundan. Una entrevista con un ministro no se concede sin un pedido de las preguntas que se harán. Los distritos provinciales de los ministerios niegan información a periodistas locales y esperan autorización de ‘Quito’. El Ministerio de Salud lleva un manejo de la información absolutamente controlado y vertical.

Ante esto, el periodismo hace su trabajo: busca lo que el poder oculta. La publicación de datos que no proveen quienes los tienen y los ocultan, por el motivo que fuere, no es una afrenta al funcionario o su cargo. Es el trabajo que sustenta la democracia y la información que requieren los votantes para determinar su futuro en las urnas.

La mujer no quiere ocupar el lugar del hombre. La idea tiene cabida, dicen los sicólogos, por la fantasía de la clase dominante y la culpa que carga.

Gloria Steinem (1934- ) Activista norteamericana.

Las naciones nacen en manos de los poetas; ellos prosperan y mueren en manos de los políticos.

Allama Iqbal (1877-1938) Jurista y poeta pakistaní.