Redes sociales

Carlos Arellano

Según datos de la Encuesta de Condiciones de Vida ECV 2014, en la población de 12 años y más existen 4’995.474 usuarios que poseen al menos una cuenta en redes sociales (RRSS). La misma encuesta señala que Facebook, WhatsApp y Twitter son tres de las redes con mayor número de usuarios. Facebook, con 4 ́888.541 usuarios, es la red social de mayor uso en el país.

Una red social en Internet es un sitio conformado por comunidades de individuos que comparten intereses en común. Sin embargo, las redes sociales representan un espejo del morbo colectivo, constituyen una puerta abierta al debate irresponsable de temas coyunturales que desencadenan en desprecio, burla, humillación, intimidación y discriminación. Son medios para difundir noticias falsas con el afán de conmocionar a la opinión pública o crear artificios que incitan y promueven violencia. La masacre de Posorja que terminó con la vida de dos hombres y una mujer, es el ejemplo más reciente de la manipulación de masas originado por rumores falsos que circularon mayoritariamente por redes sociales.

Otra muestra de este descontrol son Facebook y Twitter, sitios en los que circulan innumerables noticias, reales y falsas, difundidas por cuentas reales o falsas, masificadas por usuarios responsables o irresponsables, que evidentemente alteran el ánimo y conducen a interminables batallas virtuales para defender una posición que no necesariamente representa una verdad. En esta disputa, los usuarios riñen con desconocidos por defender a gente que no conocen.

En una sociedad evidentemente irrespetuosa de la intimidad personal, las RRSS son medios empleados para atentar contra la dignidad ajena. La campaña electoral pasada nos demostró que la vida personal no importa, que la calumnia y la mentira prevalecen sobre la dignidad humana. Las RRSS en época electoral nos demostraron que la ignorancia gobierna a una población manipulable y completamente desinformada.

Regular el uso de RRSS a través de una legislación no es una solución. A diferencia de la educación como alternativa que nos permita replantearnos el uso de estos medios y construir un manejo ético y humano de estas nuevas formas de interrelacionarnos.