¡Quiero quemar!

Carlos Freile

Este fin de año no quiero quemar un ‘Añoviejo’, un muñeco de ropa desechada, aserrín y periódicos viejos; quiero quemar (de manera simbólica, no faltaba más) a una caterva de seres humanos culpables de miserias, penas, fracasos y angustias de centenares de miles de ecuatorianos. Que vayan a la hoguera los jueces acomodaticios, incapaces de tomar decisiones honestas y valientes para administrar justicia en el territorio de frontera en que se ha convertido este pobre país.

Que se reduzcan a cenizas los gobernantes contemporizadores, maestros en mirar hacia otro lado, campeones del disimulo y del disfraz. Que se incineren los políticos camaleónicos, expertos en sacar ventajas a costa del bien de las mayorías, hipócritas de doble cara y cuádruple lengua. Que ardan hasta los huesos los intelectuales y los periodistas acostumbrados no solo a callar, en enfermizo hábito de arrastrarse para comer y medrar, sino a tergiversar los hechos, a ocultarlos y, oprobio sin perdón, a presentarlos como buenos cuando están amasados de maldad.

¡Nada de ‘Añosviejos’! Sueño con cadenas de hogueras (virtuales) con ajusticiados por sus traiciones, sus silencios, sus componendas, sus arreglitos bajo la mesa; con delincuentes aullando de dolor y de avaricia castigada por sus fondos mal habidos y ocultos en paraísos fiscales. Tengo visiones de hogueras alimentadas por enormes fajos de billetes, de acciones, de valores, de títulos de propiedad arrebatados con malicia y prepotencia a ingenuos y a débiles mortales.

Pero sobre todo me corroen las ansias de ver carbonizarse (mentalmente) a los ambiguos, a quienes no son ni fríos ni calientes, no se abanderizan con la verdad, a pesar de conocerla, no se afilian a ninguna corriente ni de pensar ni de actuar, para siempre sacar ventaja; a esos tibios por interés y cómoda cobardía los vería con placer consumirse a fuego lento.

Han creído que con poner una vela a Dios y otra al Diablo se han salvado, pero se equivocan, la maldición de este pueblo esquilmado les perseguirá por los siglos de los siglos. ¡Quiero quemar a esos malditos!

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