¡Otra vez Assange!

Por: Ugo Stornaiolo

Refugiado desde hace casi seis años en la embajada ecuatoriana en Londres, Julian Assange es otro gran dolor de cabeza de una cancillería que va de mal en peor, porque al hacker de Wikileaks que, residiendo en la legación diplomática, declaraba que “Ecuador es un país insignificante”, se le financió su estadía -¿lo siguen haciendo?- con gastos reservados y, al mismo tiempo, se lo espiaba.

Assange hizo de ese pequeño espacio la sede de su conocido sitio web desde donde hurgaba en los secretos de políticos estadounidenses (como Hillary Clinton), británicos (en el tema del Brexit) y españoles (en el caso de Puigdemont y la independencia catalana), con la ayuda de Russia Today (RT), el espionaje ruso y la venia de Vladimir Putin, el “zar soviético”.

Lo visitaban estrellas de la farándula y activistas. En plena city londinense lanzaba arengas desde el balcón, mientras Correa lo protegía y de paso (en RT), ahora lo entrevista. Protección financiada con gastos secretos de la Senain. Pero, el espía también fue espiado.

Assange y Wikileaks cobraron fama en 2010, cuando filtraron videos y documentos sobre abusos de EE.UU. en Irak, Afganistán, la cárcel de Guantánamo (Cuba) y el espionaje a políticos de todo el mundo.

Acusado por la fiscalía sueca de abuso sexual y violación (en 2011), una corte británica ordenó extraditarlo a ese país. En un operativo “a lo James Bond”, Assange se refugió en la embajada ecuatoriana y Correa le concedió asilo.

Para proteger al hacker, Correa y la Senain gastaron casi 400 mil dólares (unos $ 66 mil al mes). Pero, la Contraloría señala, además, que en la llamada “Operación Hotel” (creada en 2012) se gastó $ 6 millones en 6 años ($ 1 millón anual) para espiarlo.

La canciller prosigue su cruzada personal para presidir por un año la Asamblea de la ONU, descuidando temas como los abusos en Nicaragua (por influencia de Mangas), lo que pasa en Venezuela y en la frontera norte, mientras el ministerio mantiene secreta la documentación sobre Assange (con nacionalización incluida). Entretanto, el hacker crea problemas con países amigos. ¿Y la ministra? En Rusia…

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