Opinión pública

La opinión pública no se puede controlar ni manipular, ni destruir; pertenece a millones de personas dispersas que se conectan a través de una infinidad de medios. Cada día la opinión pública es más autónoma, destruye mitos y no depende de líderes, medios de comunicación formales, ni instituciones.

Nada la controla. Cambia permanentemente gracias a un intercambio vertiginoso de mensajes, fotos, frases y mensajes que circulan a través de radios, periódicos, televisión, teléfonos, Internet y la comunicación directa entre las personas


La mayoría de los elementos que conmocionan a muchos desaparecen pronto. Es el signo de los tiempos: intensidad y fugacidad no se contraponen. Lo intenso no es duradero, lo único permanente es la fugacidad. Mucha gente está obsesionada por las fotos. Desde los desnudos propios para exhibirse, hasta la participación en eventos simplemente para subir una foto a la red. Se busca la imagen estrafalaria por sí misma, sin que importe el sitio en el que se la obtiene, como un cantante famoso que se la sacó en un templo en el que se venera a criminales de guerra japoneses.


El mundo se aceleró. Las nociones sobre lo bueno, lo malo, la religión, la economía, el matrimonio, el sexo, la familia y las drogas cambian todo el tiempo. Es esa interacción frecuente e intensa hace que la gente adopte nuevas actitudes. Con los medios electrónicos, vivimos en una urna de cristal en la que todo gesto de las personas públicas ingresa al océano de la opinión pública y comunica algo. La opinión pública se conmueve con pequeños gestos que tienen que ver con la personalidad y la vida cotidiana de los seres humanos.

Hacemos política en esta realidad en la que los discursos y las proclamas no tienen espacio. Nadie los oye ni los lee, nadie conversa sobre ellos, no influyen en las elecciones y tampoco en la gobernabilidad.


Si algunos políticos y periodistas que hablan en nombre de “la gente” estudiaran la opinión pública, se llevarían una sorpresa: sus temas no interesan a casi nadie. Se equivocan cuando dicen que el pueblo quiere lo que a ellos se les ocurre. Es inútil tratar de actuar en un mundo que deseamos pero no existe. Tenemos que entender la realidad como es, aunque a veces sea incómoda para quienes nacimos en la galaxia Gutenberg.


*Profesor de la GWU, miembro del Club Político Argentino.