Noche en pandemia

Esta pandemia nos vino de una parte del mundo, que, aunque desarrollada y urbanizada, consume carne de animales salvajes, y los mantiene en terribles condiciones de insalubridad, a estas alturas ya casi nadie se acuerda de los murciélagos de Wuhan.

Ahora, que respiramos nuestro propio aire exhalado, con el uso de la mascarilla y la usamos como forma de expresión personal, por el color, el tamaño, la forma, la combinación con las otras prendas, aunque todavía nos incomoden las marcas, la picazón, damos como nunca valor a la mirada y reconocemos a todos por la forma de caminar; como debería haber sido siempre, nos damos cuenta que a la larga no importa el maquillaje, ni la moda, importa la vida.

Sí, ahora que tenemos las manos “hecho mote”, por lavarlas a conciencia, y en abrazos imaginados nos reencontramos con los afectos, intercambiamos esperanzas, a través, de mensajes y llamadas; hubo un momento en que los muertos eran números en estadísticas, hasta que empezaron a ser familiares de amigos, amigos y familiares.

Empezamos por extrañar a los compañeros de trabajo, el teletrabajo sin horarios, puso a prueba nuestra organización doméstica, y fue fácil reinventarnos en las videoconferencias; medio turulatos seguíamos día a día las telenovelas coronaviricas, auspiciadas por la grande ‘Corruption made in Ecuador’, era lo que había, personajes grotescos con uñas muy largas, ‘la sin gluten’, ‘el alcalde de las pruebas chimbas’, ‘el desmemoriado HDC’, ‘el desconsolado dueño de la avioneta robada’, ‘la familia Onassis de las hamburguesas’, ‘el arquero infartado’, ‘los discapacitados del terror’, etc.

La pandemia de las más oprobiosas inequidades, distorsiones, injusticias y remedos de honradez, nos hizo vernos vulnerables a más no poder. Se escucha de la reactivación económica, de los incentivos financieros, de los proyectos locales, de los premios nacionales, pero ningún estamento de gobierno, menciona una reactivación emocional y de salud mental, parece que todo fue tan tramado, para volvernos más débiles, negacionistas, insomnes, iracundos, paranoicos, psicopatológicos, eufóricos, depresivos, saltando del pánico a la ansiedad, sin más otro incentivo que la llegada de otra noche, idéntica a la de ayer.